El emblemático Colegio Mejía sufre por el abandono

En el interior del colegio se observa descuido. (Fotos: Sara Serrano)

El estado de la estructura del Colegio Mejía es una evidencia de la poca preocupación por los edificios emblemáticos de Quito. La escritora Sara Serrano recorrió el establecimiento. Lea este sobrecogedor relato. 

El imponente y hermoso coloso de la Vargas tiene tumbados que se han desplomado, humedad, una piscina olvidada, un teatro cerrado y sitios deteriorados que afectan a la comunidad educativa y a los importantes bienes culturales y científicos albergados en esta entrañable edificación quiteña inaugurada en 1936.

Juan Carlos Erazo Ballesteros, docente investigador, afirma que en el 2013 se inició una parte de la llamada repotenciación del Mejía y que “la petición al Ministerio de Educación para restaurar de manera completa y efectiva al Plantel emblemático data desde el 27 de febrero del 2019 cuando fueron enviados por parte de la Sociedad de Egresados del Mejía los requerimientos urgentes para este fin al entonces ministro Milton Luna Tamayo”.

Erazo reseña la cronología de los varios oficios remitidos a la autoridad gubernamental con el objetivo de restaurar y salvaguardar a este coloso patrimonial: 15 de marzo, 14 de mayo, 20 de agosto del 2019; también menciona las coberturas periodísticas sobre el tema y  las gestiones hechas por el Comité de Padres de Familia para apoyar este objetivo que se ha venido dilatando por años.

“Hasta la actualidad, la comunidad Mejía sigue en esta exigencia que no ha sido contestada o solucionada”, afirma este docente egresado del Mejía.

Una pared exterior.

Quito es la ciudad que más impuestos paga y debería recibir el justo retorno de estos recursos y el apoyo gubernamental para velar por su legado patrimonial que es de la Patria y la humanidad. Injustificable es que se limiten acciones, tiempos y presupuestos para proteger los bienes patrimoniales en Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El recorte de más del 64% al presupuesto del Centro Cultural Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit, realizado por el Ministerio de Cultura hace dos años, es una muestra lamentable de esa limitación y un duro golpe a nuestra cultura. Esta maravillosa Biblioteca, el coloso del Mejía y otros bienes son memoria e identidad de la Patria.

El Mejía es un vecino legendario, un ícono urbano de Quito con la impronta del barrio América, de Santa Prisca, de San Juan, del barrio Larrea. Por sus aulas, han pasado importantes personalidades de la política, las ciencias, el deporte y las artes.

Así luce la piscina del Mejía.

Su patrono, el prócer José Mejía Lequerica, casado con  Manuela Espejo, hermana del Precursor Eugenio Espejo, fue estudiante sobresaliente, docente galardonado,  orador de excelencia; filósofo, poeta y el luminoso tribuno del procerato de Quito en las Cortes de Cádiz e ideólogo de la Constitución de Quito y Cádiz.

En la visita que realizamos al Mejía recientemente con el escritor y jurista Simón Zavala, por invitación del docente Erazo Ballesteros, constatamos el deterioro de esta edificación.

En ese recorrido sentí yo, además, que sus pasillos y patios, sus laboratorios y aulas, su biblioteca y  paredes no son ni han sido solamente piedras, sino testigos fundamentales que guardan significados e identidad.

Hernán Rodríguez Castelo en su estudio sobre la Historia de la Literatura Ecuatoriana del S. XIX se refirió a José Mejía Lequerica como el  abogado de Quito y de América que defendió a su ciudad martirizada y al procerato de la libertad.

Con este ejemplo, me atrevo a imaginar una marcha pacífica y alegre al son del tradicional “Soy del Mejía wuambrita”, con bastoneras y gallardos jóvenes con vecinos y padres de familia abogando para que este bien arquitectónico y otros bienes patrimoniales de Quito sean respetados y tratados con la dignidad que merece su reconocimiento y pertenencia social.

Pasillos sin techo.

Tal cual reza este postulado de la Unesco: “El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas”. El Patrimonio del Mejía es de Quito, la Patria y la humanidad.

  • Por Sara Serrano Albuja