Los altos precios del petróleo son la perfecta excusa para gastar más

IMPORTANCIA. Presidente Lasso tiene el reto de no desperdiciar una nueva bonanza petrolera
IMPORTANCIA. Presidente Lasso tiene el reto de no desperdiciar una nueva bonanza petrolera

En la anterior bonanza petrolera los ingresos aumentaron 152%, pero los gastos se dispararon en más de 230%. La economía no se fortaleció y los beneficios se esfumaron en poco tiempo.

Desde el 1 de enero de 2022, el precio del barril de WTI, que es el crudo de referencia para Ecuador, ha promediado un poco más de $91. Con esos niveles, se han despertado los apetitos de varios sectores políticos y sociales para exigir al Gobierno que aumente el gasto público.

La tentación de una política económica populista, en medio de una nueva bonanza, está detrás de temas como la aprobación de un aumento salarial a los maestros. Esa aprobación, desde la Asamblea, podría triplicar el déficit fiscal (más gastos que ingresos); además de provocar una crisis parecida a la que se inició en 2015, luego de ocho años de altos precios del crudo.

El exministro de Economía, Mauricio Pozo, puntualizó que crear más gasto pero sin financiamiento (la nueva bonanza puede durar unos meses) no solo atenta contra la misma economía del país, sino también sobre las posibilidades de generar empleo.

“Lo dije cuando estuve en funciones públicas y hoy lo repito. Crear gastos sin financiamiento es atentar contra la sanidad fiscal y el programa económico. Ningún sector, ni el Magisterio ni otro puede aumentar gastos sin ingresos. El problema es el empleo, no el nivel salarial”, puntualizó.

A continuación, se detalla las claves de la tentación populista del gasto cuando el precio del crudo aumenta:

1.- Entre 2002 y 2006, con un precio promedio del barril de petróleo en $33,9, el gasto en el Presupuesto General del Estado (PGE) no superaba los $10.359 millones al año. En ese periodo, no hubo déficit fiscal, sino superávit (más ingresos que gastos) de entre 0,7% y 2,85%. La economía creció a más del 3,5% anual y la pobreza cayó a mínimos.

2.- A partir de 2007, el precio del petróleo comenzó a incrementarse. Se mantuvo en niveles altos que en promedio llegó a más de $80 por barril hasta 2014. En ese contexto, el Gobierno de Rafael Correa sucumbió ante la tentación de una política económica populista de la bonanza.

3.- De 2007 a 2009, el gasto en el PGE pasó de $11.126 millones a $18.833,8 millones; es decir 69% más en dos años. Entre 2010 y 2014, con un precio promedio del crudo que comenzó en $71,5 y llegó a superar los $98 por barril, la escalada del gasto fue descontrolada: $20.894,5 en 2010; $24.749,1 millones en 2011; $27.579,4 millones en 2012; $33.890,4 millones en 2013 y $37.735,6 millones en 2014.

4.- En 8 años, entre 2007 y 2014, los ingresos petroleros aumentaron más del 152%; pero el gasto público se disparó más del 239%. Es decir, no solo que se consumieron todos los ingresos extra, sino que se inició un espiral de endeudamiento público.

5.- Ecuador pasó del superávit al déficit fiscal. Ese déficit fluctuó entre -0,13% del Producto Interno Bruto (PIB) a picos de entre -4,57% y -5,22% del PIB en 2013 y 2014, respectivamente. En total, en los años del segundo boom petrolero, solo para cubrir ese déficit fiscal se tuvo que adquirir nueva deuda por $15.790 millones. Eso sin sumar los más de $18.000 millones en deuda china para hacer obras, que en la gran mayoría de los casos se hicieron con fallas y sobreprecios.

6.- Entre 2007 y 2014, el gasto en salud y educación se incrementó en $5.373,6 millones, pero los pagos de deuda y subsidios se dispararon en más de $13.000 millones. En otras palabras, la mayoría de la bonanza se hipotecó en más deudas y en construir una clientela política que le deba su mejor situación económica al Gobierno de turno.

7.- Cuando los precios del petróleo bajaron a un promedio de $38,4 por barril entre 2015 y 2016, la economía pasó a crecer menos de 1%, las mejoras en el empleo se esfumaron rápidamente porque el Gobierno tuvo que recortar más de $3.660 millones en gasto en dos años.

8.- Andrea Mendoza, economista, explicó que cuando se produjo el terremoto de Esmeraldas y Manabí, la economía nacional estaba en la misma situación que cuando llegó la pandemia, es decir, sin ahorros, con sobreendeudamiento, sin cambios sustanciales para mejorar la producción y la generación de empresas.

“Se despilfarró la bonanza creyendo que solo con gastar más desde el Estado se solucionarían todos los problemas del país. Ahora, con un nuevo ciclo de precios altos, se levantan las mismas voces desde sectores políticos y sociales para que se gaste todo”, dijo.

9.- Actualmente, con un precio del petróleo de más de $100 por barril, se comienzan a sentir las presiones para que aumente nuevamente el gasto. Desde la Asamblea, sin establecer fuentes de financiamiento, se aprobó una subida salarial de alrededor de entre $2.300 millones y $4.000 millones para los maestros.

El presidente de la República, Guillermo Lasso, ha puntualizado que esa medida es inviable, y junto a las intenciones de derogar la reforma tributaria, podría disparar el déficit fiscal para 2022 desde $2.300 millones a más de $7.000 millones. Este retroceso borraría los esfuerzos hechos en 2021 para ordenar las finanzas públicas.

10.- En el mejor de los casos, si el crudo mantiene un precio promedio de $90 por barril durante todo el año, los ingresos adicionales para el fisco serán de $1.500 millones. Esos ingresos se utilizarían para pagar parte de la deuda con el IESS, implementar un plan de rehabilitación de carreteras por $550 millones y cubrir las pérdidas de la paralización de los dos principales oleoductos del país durante las últimas semanas de 2021. (JS)