El expresidente de la República, Osvaldo Hurtado, se refiere a la coyuntura política, una de las más álgidas de la reciente historia democrática. Lea esta entrevista.
La actual coyuntura, que tiene al Gobierno del presidente Guillermo Lasso bajo ataque, requiere de un análisis sin apasionamientos.
Así, justamente, es desmenuzada por Osvaldo Hurtado Larrea. Él fue vicepresidente de Jaime Roldós entre 1979 y 1981. Debió asumir la Presidencia por sucesión, luego de la muerte del Presidente, entre 1981 y 1984. Además, es un estudioso de la realidad del país, ensayista y escritor.
De hecho, hace dos semanas presentó, en Miami, la traducción de su libro ‘Las Dictaduras del Siglo XXI’.
Hurtado mira cómo la política sufre de una degradación sin precedentes, que tiene al presidente Lasso “sometido a un pelotón de fusilamiento”.
Identifica a los artífices de esta crisis. Para él, Rafael Correa y Jaime Nebot, por ejemplo, tienen roles protagónicos en esta coyuntura, que viene sazonada de ambiciones, rencores y celos.
Lea este diálogo con el expresidente, quien ya es un referente latinoamericano en la defensa de la institucionalidad y de las libertades.
P. Hay algunas personas que creen que estamos en un momento de reconstrucción democrática. Quieren diálogo sobre temas relevantes y ugentes. ¿Qué dice usted?
No corresponde a la realidad.
P. ¿No es tan grave lo que está sucediendo en el país?
No, todo lo contrario. No creo que exista en el país ningún sector político, ni de la derecha, ni de la izquierda, ni del centro, que quiera formar parte de este Gobierno o que quiera acordar con el Gobierno o o llevar adelante alguna política. No creo. Entonces, ¿con quién puede concertar el Gobierno? Con nadie. Concertar con las organizaciones sociales, el movimiento indígena, el movimiento sindical ha perdido toda significación. ¿Concertar con las cámaras de la producción? Cuando las cámaras de la producción difícilmente se van a identificar con un régimen político. Y no existe ningún líder de aquellos que fueron candidatos a la Presidencia o que quieren ser candidatos a la Presidencia de la República. Y no hablo de partidos, porque no existen, excepto el partido de Correa. Y el de Correa es un movimiento electoral caudillista. Entonces, ¿con quién puede concertar el Gobierno? Por otro lado, el grado de polarización es tan grande que no hay ambiente para ese elemento esencial de la democracia que es ceder posiciones. Le pongo un ejemplo: en Chile un carabinero fue asesinado y en el funeral estuvieron presentes el Presidente de Chile, el presidente Lagos y el presidente Piñera, y otros líderes. ¿Por qué? Porque llegaron a la conclusión de que tenían que estar juntos frente al empeoramiento de la seguridad. En Ecuador pasa lo contrario. Cualquier medida que tome el Gobierno en materia de seguridad es mal vista y se le ve, siempre, un sin número de limitaciones. Y se augura su fracaso. Todos los asambleístas, unánimemente, votaron por el porte de armas. El Gobierno resuelve eso. Y todos le critican… o casi todos.
P. Si no se requiere una transición como en finales de los 70. ¿Qué se necesita para salir de esta temporada?
El presidente Lasso ha sido elegido para un periodo de cuatro años. De acuerdo a la Constitución y de acuerdo a la voluntad de los electores, debería terminar esos cuatro años. A no ser que hubiera de por medio la comisión de un grave delito. Que, de todo lo que se puede ver, no existe. Entonces, no tenemos que concertar para que termine el mandato el Presidente de la República. Es una obligación de todas las organizaciones políticas garantizar que el Presidente termine su mandato. Pero aquí, buena parte de las organizaciones políticas conspiran para echar abajo el Gobierno del presidente Lasso.
P. ¿A qué cree usted entonces que responde esta visión tan catastrófica de la democracia ecuatoriana y del momento político?
En toda su historia, la sociedad política ecuatoriana ha sido muy conflictiva. Acuérdese que un presidente fue asesinado. Y otro presidente fue linchado. Me refiero a García Moreno y a Eloy Alfaro. No es la sociedad ecuatoriana una sociedad de consensos. Tampoco una sociedad que se alinee ideológicamente y no existen partidos políticos que sean el instrumento de la negociación, de los acuerdos y de los consensos. Porque no puede hacerse esto con individuos o con organizaciones pequeñas. Hay que hacer estos consensos con quienes son factores de poder. Y el más importante es la Asamblea Nacional. Y la Asamblea no solo que no quiere cooperar con el Gobierno expidiendo las leyes que le envían, sino que quiere destituirlo. Y lo que es peor, en contra de lo que manda la Constitución y manda la ley.
P. ¿Esto tiene que ver con esa recomposición de la izquierda populista en la región, el socialismo del siglo XXI?
Ecuador es una sociedad populista, la cultura ecuatoriana está fuertemente impregnada de populismo. Es difícil encontrar en Ecuador partidos y políticos no populistas. La Democracia Popular, mi partido, era un partido no populista. La Izquierda Democrática era un partido no populista. Pero el Partido Social Cristiano ha sido un partido populista toda la vida. Y no digamos el partido de Correa. Sin duda Pachakutik y algunas organizaciones de izquierda o derecha son populistas. Eso forma parte de la cultura nacional. Los líderes más exitosos de Ecuador han sido líderes populistas. Póngale usted en Ecuador de candidato a algunos de los que fueron presidentes de Chile, Uruguay, Costa Rica. ¿Usted cree que habrían sido elegidos presidentes en Ecuador? Yo pienso que no.
P. Me imagino que usted ha tenido el tiempo suficiente como para pensar por dónde puede venir la válvula de escape o destrabar esta situación. ¿Ha llegado a alguna conclusión?
Abogué por la disolución de la Asamblea Nacional hace casi dos años. En ese momento, creo que era una decisión política correcta, acertada y útil. En este momento no puedo abogar por la disolución de la Asamblea Nacional. ¿Por qué? Es un momento político tan complejo y la condición del Gobierno es tan débil, que no va a ser fácil llevar adelante esa decisión una vez que sea tomada. Es una alternativa. La otra alternativa es la sucesión del Presidente de la República por parte del Vicepresidente.
P. Es un escenario que quieren los socialcristianos.
Quienes defienden eso desconocen deliberadamente la realidad. O son unos ignorantes que no tienen idea de cuáles son los intereses que mueven al correísmo. Correa y el correísmo no quieren tumbar al Lasso para que Borrero sea presidente de la República. Ellos quieren reemplazar al Presidente para poner en ese puesto un esbirro que cumpla sus órdenes ya anunciadas por Correa en las últimas declaraciones. Que hay que liquidar la Corte Constitucional. Para poner una que cumpla los objetivos del dictador Correa. Entonces, esa alternativa es ilusoria. El pensar que el vicepresidente Borrero va a poder gobernar el Ecuador en los dos años que queda.
P. Hay la alternativa de que se quede el Presidente.
Es la tercera alternativa. La continuación del presidente Lasso. Cierto es que va a tener muchos de los problemas y dificultades que ha padecido en estos dos años. Probablemente más graves. Pero examinando las alternativas, esta me parece la más razonable para la paz de la República. Para el manejo de la economía. Para que haya inversión extranjera. Para que haya crecimiento económico. Para que mejore el empleo. Y para que se reduzca la pobreza. Lo contrario es el caos. Y eso tiene efectos negativos en la pobreza, en el desempleo, en el empleo, en el crecimiento económico y en el respeto internacional.
P. El asumir una Presidencia desde la Vicepresidencia es complejo en lo personal, en lo político ¿Cómo lo sintió Usted y cómo cree que se puede sentir eso ahora?
En mi caso fue una circunstancia política absolutamente diferente. Era otro Ecuador. El Presidente murió. No es que lo destituyeron. Imagínese usted si Roldós hubiera sido destituido y yo asumía la Vicepresidencia… Habría estado en condiciones parecidas a las que estará el vicepresidente Borrero si le corresponde dar ese paso. Segunda consideración: En ese momento existían partidos políticos estructurados. Nadie puso en duda mi asunción a la Presidencia de la República. Absolutamente todos dijeron que era absolutamente legítima. Tercero, cierto es que el presidente Roldós había perdido su popularidad, pero no estaba contra las cuerdas. De ninguna manera. Había interlocutores en el Congreso Nacional. La Asamblea actual, según un importante columnista del diario Expreso, está plagada de semi analfabetos, ignorantes, de corruptos. Cuando yo fui Presidente tenía en el Congreso Nacional a dos expresidentes de la República, Otto Arosemena y Carlos Julio Arosemena. Dos futuros presidentes de la República: Rodrigo Borja y León Febres Cordero. Ilustres ecuatorianos: Julio César Trujillo, Wilfrido Lucero, Gil Barragán. Entonces, había legisladores. No había legisladores semianalfabetos cuando yo fui Presidente. Habían legisladores con títulos universitarios. Personas con una larga experiencia política, con un liderazgo nacional. Entonces, en esas condiciones fue que yo asumí la Presidencia y tuve oposición de todas estas personas ilustres. Fueron mis opositores. Pero una cosa era lidiar con esa oposición y otra cosa es lidiar con una oposición en la cual, incluso, hay delincuentes.
P. ¿No le sorprendería que el vicepresidente Borrero no asuma, si hay ese escenario?
Una posibilidad es que el Vicepresidente, de pronto, no quiera subir la Presidencia. No lo sé, es una conjetura. La otra posibilidad es que asuma la Presidencia. Si a ese Presidente le llama a Correa y le dice: Hay que botar a los miembros del Tribunal Constitucional para seguir gobernando. En realidad no es que va a seguir gobernando, quien va a gobernar Ecuador es el dictador Correa.
P. Ante la crisis, la sociedad civil, academia, Iglesia Católica, gremios productivos, sindicatos, hablan necesidad de construir una agenda común, independientemente de la coyuntura. ¿Qué le parece?
Una utopía. ¿Por qué? Lo primero que deberían poner en la agenda común es que van a respetar las instituciones de la democracia y de que van a defenderlas, fortalecerlas. Y que todos sus actos se marcarán en la Constitución y la ley. ¿Usted cree que una agenda de esa naturaleza puede ser aceptada, cumplida, por el correísmo? Imposible. Ahora, olvidémonos del correísmo y pongamos al movimiento indígena. Desafortunadamente, hoy está conducido por líderes políticos no democráticos. Y no es una afirmación arbitraria. Su líder, el señor Iza, me dicen que ha escrito un panfleto en el cual él dice que va a establecer en Ecuador un comunismo indoamericano. ¿Qué quiere decir eso? Que va a establecer una dictadura, porque el comunismo es dictadura de partido único. Sin ninguna libertad. Sin ningún derecho. ¿Cómo llega a una agenda común con ellos?
P. ¿Esa no es la salida?
No. Porque, además, pueden hacer una linda, hermosa, democrática, declaración. ¿Pero quiénes tienen que ejecutar eso? La Asamblea Nacional.
P. ¿Para usted esta etapa que vive el Ecuador es de resistencia, de contención, de aguantar?
La meta del Ecuador en este momento es sobrevivir como país, como Gobierno y como democracia. Y no podemos hacernos ilusiones sobre grandes objetivos a alcanzar. A ese punto hemos llegado.
P. ¿Hasta que venga otro Correa o un Bukele criollo?
La democracia se sustenta en muchas instituciones. Y una de ellas es el imperio de la ley. Esto es la decisión de todos sus miembros de enmarcar sus actos, en lo que manda la Constitución y en lo que disponen las leyes. Eso existe en Ecuador pero de manera muy limitada. La ley en Ecuador no está en la mente de los ciudadanos, en los actos que diariamente ejecuta. No está. Otra institución de la democracia es la división del poder. Quién pide un Bukele está pidiendo un dictador. Porque en la República de El Salvador no existe la división del poder. Existe un Presidente que tiene en sus manos todos los poderes del Estado.
P. ¿El juicio político es un ejemplo?
Mire usted que quienes se proponen destituir a Lasso, quieren hacerlo al margen de lo resuelto por la Corte Constitucional. Quieren pedirle cuentas de algo que la Corte Constitucional rechazó. Pero no solo eso, ninguno dice vamos a examinar lo que diga el Presidente para defenderse, valorar sus argumentos y luego tomaremos la decisión. No. Todos dicen: hay que destituir al Presidente. Eso es lo que dicen. ¿Dónde está la Constitución, la ley, el proceso? ¿Dónde están todas las instituciones que hacen de la democracia un régimen político en el que hay derechos y hay principios que deben respetarse? Lasso está sometido a un pelotón de fusilamiento, a una horda que ha resuelto crucificarlo. Ahí no hay juicio. Si suman los votos, lo destituirán por cualquier cosa. Porque es banquero para exagerar. Porque es flaco, porque es Guayaquileño, para exagerar. O porque tiene plata, para exagerar. ¿Por qué podría ser destituido por peculado? La Asamblea está en la obligación de demostrar que el Presidente ha tomado medidas para enriquecerse. No creo que exista ninguna prueba de eso. Si hubiera que destituir a Correa, habría 100 pruebas. Porque él sí tomó decisiones para enriquecerse. Enriqueció a su familia. Entonces, yo pienso que el Presidente va a ser destituido… a no ser que algunos legisladores, no es que vayan a ser comprados digan…
P. Que reconozcan los hechos, la realidad.
Digan: No podemos destituir a un inocente o crucificar a un inocente. U otros: Estamos ganando 5.000 dólares, ¿Pasar a ganar el salario mínimo?
P. ¿Cómo pagan las deudas que adquirieron en estos dos años?
¿Y la casita que compré? ¿Y el automóvil que compré? ¿Y los viajes a Miami que hice y que estoy endeudado? Es posible que hagan ese cálculo y me parece humano. Lo contrario es darle gusto a Correa y perder. Quedarse en la calle.
P. ¿Este es un Gobierno tan malo como creen algunos?
En la política, como todo en la vida, hay que tener un punto de referencia. Y comenzaré por una broma muy quiteña: Alguien pregunta a un amigo, que no le había visto muchos años: ¿cómo está tu mujer? Y él contesta: ¿comparado con quién? Pienso que al Gobierno de Ecuador, del presidente Lasso, tenemos que examinarlo, criticarlo y observarlo, en función de lo que es Ecuador. Y hacerse la pregunta: ¿Si botamos a Lasso, vamos a tener un presidente mejor o vamos a tener un presidente peor? Esa es la pregunta que deben hacerse los asambleístas. Si tienen algún sentido de Patria, de democracia. Deben preguntarse: ¿Y si botamos a Lasso, va a continuar el país con un régimen constitucional y democrático o van a crearse las condiciones para tener de nuevo una dictadura? ¿La dictadura de Correa o de algún esbirro, de algún sirviente, de algún pasasillas de Correa? Entonces, esa es la reflexión que tiene que hacerse el Ecuador. Y no pensar en un presidente ideal. Que no existe. Y, en el caso de que existiera, si podría manejar mejor que Lasso una coyuntura extremadamente difícil. Una de las razones para criticar al Gobierno de Lasso es la inseguridad. ¿Este problema tuvo algún presidente del Ecuador? Parcialmente Moreno. Ningún otro. Este problema tienen todos los países de América Latina. En un país tan institucionalizado, Chile, con la mejor fuerza policial del continente, los famosos carabineros chilenos, hoy el principal problema es la inseguridad. Pero mire la diferencia. Voy a repetir algo, aquí quieren botar al Presidente por los problemas de seguridad, en Chile se juntaron en la misa en honor de un carabinero que fue asesinado el Presidente de Chile con Piñera y Lagos. Con eso quisieron expresar su solidaridad con el Gobierno y además con la Policía. ¿Alguien en Ecuador defiende a la Policía? ¿Le reconocen méritos a la Policía? ¿Quieren fortalecerla?
P. Hay crisis del sistema de partidos. ¿Qué reformas puntuales se podrían hacer en el código de la democracia para, si las fuerzas políticas las apoyaran, revivir ese sistema?
Muy difícil. Todas esas medidas que se tomaron hace 40 años, y que habían cambiado el futuro del país, fueron eliminadas. Para mencionar una: la elección de diputados en la segunda vuelta. O la necesidad de que los partidos tengan un mínimo de votos para sobrevivir. El Partido Comunista iba a desaparecer y consiguió que una Corte Suprema conservadora declarara inconstitucional esa decisión. Hay un nuevo problema en Ecuador que es extremadamente preocupante. Hay excepciones, pero en general, ningún hombre y ninguna mujer con título universitario, honestos, con experiencia, quieren ingresar a la política, militar en un partido. Entonces, la política, los partidos y las campañas electorales han quedado, que antes eran para los mejores, hoy han quedado para los peores. Aquel articulista del Expreso dice que muchos legisladores, asambleístas, ni siquiera saben leer y lo demuestra de dos maneras. La una, que no distinguen la puntuación, como si no existiera. Y la segunda, que leen discursos escritos por los asesores y, como no entienden nada, los leen cuando se trata un asunto diferente. Toda la degradación gravísima de la política nacional se expresa en esta Asamblea Nacional. De las características anotadas por este periodista y por todos los que siguen de cerca, ustedes los periodistas, lo que ocurre diariamente en la Asamblea Nacional.
P. Usted, se dice, fue influyente en el Gobierno. ¿Es eso verdad? ¿Se siente responsable de lo que está pasando ahora?
Estuve muy cerca del Presidente de Lasso desde que comenzó su carrera política. Y lo alenté. Y en ocasiones opiné o aconsejé determinadas líneas políticas. Pero en la primera vuelta electoral y en la segunda de 2017. Luego ya no estuve cerca de él. Y en estos meses de Gobierno, ocasionalmente le he dado mi opinión. (GV/JC/DM)