Quedaron ya en los archivos amenazados por polillas los tiempos en que los estados poderosos intervenían descaradamente en los menos fuertes, sea invadiéndolos para ampliar imperios, sea dando órdenes para que los encargados del gobiernos las cumplan con sumisión. No se puede pensar en estados autosuficientes que vivan al margen de la comunidad internacional, no se puede prescindir de ella pero las decisiones para establecer relaciones las toma cada gobierno en uso de su soberanía consistente en tomar decisiones sin la interferencia de otros estados. Verdad es que el mundo marcha a la integración que implica una renuncia parcial al sentido tradicional de soberanía, pero ello ocurre mediante acuerdos internos de cada gobierno.
La democracia posibilita que cada estado elija sus gobernantes por limitados períodos de tiempo y en este proceso es fundamental que las campañas electorales se lleven a cabo en el interior de cada país con sus flaquezas y excelencias. Intervenciones de otros jefes de estado, más que un atentado a la soberanía son actos de falta de cortesía que demuestran nefandos intereses imperialistas de los que así actúan. Es normal que cuando hay elecciones en otros estados, los que no somos ciudadanos de él sintamos simpatías o antipatías por tales o cuales candidatos, pero de allí no se puede pasar. Que lo exprese un ciudadano común y corriente en forma pública no está bien, pero es imperdonable si estas expresiones provienen de un jefe de estado que es el vocero de otro estado soberano.
Lecciones de descortesía, por decir lo menos, está dando el actual jefe de estado de Venezuela que no puede ocultar su complejo de superioridad frente a los demás estados. Pretender dar apoyo a determinados candidatos desde afuera, como ya ha ocurrido en algunas ocasiones es hacer que resuman sentimientos imperialistas propios de militares golpistas. Las reacciones de los jefes de estado de los países así tratados son normales ya que, de no hacerlo se estaría dando muestras de temor o sumisión. Los soportes ideológicos de este personaje son pobres y confusos, lo único que cree que le da autoridad para romper con elementales normas de cultura es que cuenta con una de las mayores reservas de petróleo del mundo. En otras palabras con el poder económico que critica en otros estados