Las familias de los desaparecidos no vuelven a ser las mismas

La Plaza Grande es el lugar en el que las familias de los desaparecidos piden al Gobierno ecuatoriano tomar acciones. Foto: Asfadec
La Plaza Grande es el lugar en el que las familias de los desaparecidos piden al Gobierno ecuatoriano tomar acciones. Foto: Asfadec

1.500 personas han desaparecido sin dejar rastro en Ecuador. Dos mujeres convirtieron su dolor en lucha y acción civil.

Cuando un miembro de un hogar desaparece, su familia deja de ser la misma.

 “Se acaban las vacaciones, los cumpleaños, las películas, es como si todo se detuviera y lo único que haces es buscar, buscar, buscar”, dice  María de Lourdes Mejía, cuya hija desapareció el 15 de enero de 2010.

 María Fernanda Guerrero Mejía desapareció al sur de Quito, cuando tenía 25 años.

 Tres años después de este hecho, un 16 de mayo de 2013, el hijo de Alexandra Córdova, David Romo, desapareció.

 “Es una angustia, una incertidumbre total. Nuestra vida cambió demasiado, porque está llena de dolor, de angustia”, dice Córdova.

 Estas dos madres comparten un mismo dolor: la pérdida de sus hijos y la falta de respuesta estatal.

 Pese al tiempo, ambos casos regresaron a la fase inicial de la investigación. En el caso de Guerrero, porque el principal sospechoso se suicidó mientras estaba en la cárcel.

 “Al morir la parte procesal ya no hay el autor, la causa queda desprotegida. Yo estoy preguntando ahora en la Fiscalía en qué dirección van a buscar”, señala la madre.

 En el caso de Romo, porque la Corte Provincial de Pichincha declaró la nulidad de lo actuado desde 2013. “Es decir que en ocho años nunca se procedió como se debía”, agrega Córdova.

 En Ecuador, según datos de oficiales, se desconoce el paradero de 1.500 personas, pero Córdova dice que son más, al menos 4.000. Esto lo sustenta la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec).   (AVV)

Transformar el dolor en acción

María de Lourdes Mejía y Alexandra Córdova no pierden la esperanza de encontrar a sus hijos, pero el camino les enseñó que esperar por respuestas no es una opción.

Por eso, ambas fundaron organizaciones para dar apoyo a otras familias que llevan años sin saber qué ocurrió con sus seres queridos.

Mejía fundó la organización de Desaparecidos en Ecuador (Desendor), como un espacio para hacer públicos los casos de personas desaparecidas, muertes violentas, femicidios y detenciones de pescadores artesanales en alta mar.

Desendor maneja estadísticas internas. “Porque en la Policía hay estadísticas desiguales, hay bastante variación”, dice Mejía.

Freddy Sarzosa, director nacional de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), dice que la Policía Nacional coteja datos con la Fiscalía que es la encargada de receptar las denuncias.

Incluso Desendor colabora a las personas de escasos recursos que no tiene para realizar un afiche en alta definición, con la fotografía de su familiar desaparecido.

“Hacemos el seguimiento de noticias de todos los entornos periodísticos y sociales dentro de la red”, agrega Mejía, cuya voz, detrás del teléfono se quiebra al decir que buscar un familiar no es tarea fácil.

David Romo, una fundación para crear nuevos protocolos de búsqueda

Alexandra Córdova ha transformado su dolor en lucha. Una lucha en la que lleva ocho años con el único objetivo de encontrar la verdad: ¿dónde está David Romo, su hijo?

Tras ocho años de búsqueda, durante dos gobiernos distintos – el de Rafael Correa y Lenín Moreno– Córdova creó la Fundación David Romo, en la que se entregará asesoría legal y psicológica a los familiares de personas desaparecidas.

El abogado Álex Bonifaz  dijo que la fundación se encargará de realizar estudios para crear nuevos mecanismos de búsqueda de personas desaparecidas que “se apoyen en la ciencia y tecnología”.

Los proyectos se presentarán a instituciones internacionales para poder conseguir fondos y recursos.

La fundación David Romo está ubicada en la calle Robles 653 y Avenida Amazonas, edificio Proinco-Calisto, Quito.

La vida no es igual. Mi vida ya no es igual. Mientras yo no le tenga a ella, su cuerpo, sus huesos, no me voy a dejar de preguntar por qué. ¿Por qué la desaparecieron?”, María de Lourdes Mejía, madre de una joven desaparecida desde 2010.

El caso de David Romo, a los ocho años de su desaparición empezó nuevamente como una indagación. Empezó de cero”, Alexandra Córdova, madre de un joven desaparecido desde 2013.

En Ecuador no debes esperar 24 horas para denunciar una desaparición. Para  denunciar.

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