El ‘mansplaining’ o ‘hepeating’ son tipos de micromachismo poco abordados. Influyen en los ámbitos laboral y académico.
Según cifras de la Unesco, a escala mundial, solo el 28% de las personas científicas son mujeres. En Ecuador el 40% de científicas son mujeres.
Es evidente que existe una brecha “en la que el machismo está profundamente involucrado”, dice la antropóloga Andrea Rea, quien señala que en los espacios académicos, especialmente en carreras técnicas o ligadas a la investigación científica, la violencia es intrínseca. “Hay comportamientos cotidianos, que han sido naturalizados y que no se perciben como violencia, aunque sí lo son”.
Estos tipos de violencia hacen que las mujeres opten por abandonar sus carreras científicas, agrega la psicóloga clínica Soledad Melo.
‘Mansplaining’ o ‘hepeating’
Aunque términos como ‘Mansplaining’ o ‘hepeating’ pueden sonar nuevos, las conductas no. Una de las formas más comunes de violencia dentro espacios de estudios superiores son el ‘mansplaining’, término que hace referencia a situaciones en las que un hombre asume -por el solo hecho de ser hombre- que sabe más que una mujer y decide explicarle cosas –principalmente en público– con tono condescendiente o paternalista, inclusive si la mujer no ha solicitado explicaciones y, además, es especialista o tiene el mismo rango del hombre.
“Cuando esto sucede hay un efecto psicológico que hace que algunas mujeres duden de sus conocimientos, se auto limiten o deserten”, comenta Melo.
“Cuando en la academia no se pone un freno a estos comportamientos o ni siquiera se los reconoce como violencia se crea el imaginario de que la experticia está ligada al rol masculino y que las mujeres estamos siempre para ser apoyo, pero no lideresas”, agrega Rea.
Esto da paso a otro comportamiento denominado ‘hepeating’, el cual consiste en que se pase por alto la sugerencia o las ideas de una mujer y tomar las de un hombre; aunque sean similares y hasta iguales.
Rea explica que el ‘hepeating’ también se da cuando se le da menos valor a lo que una mujer tiene que decir. “No solo en la ciencia, sino en medios, instituciones públicas, eventos y más. Los voceros, las fuentes son hombres o representan la gran mayoría”, agrega la antropóloga máster en género y desarrollo.
Ejemplos históricos
La autora Jessica Bennett en su libro ‘Feminist Fight Club: A Survival Manual for a Sexist Workplace’ (2016) detalla algunos casos históricos de ‘hepeating’.
- La primera línea de código de programación fue escrita por la matemática Ada Lovelace, pero quien recibió inicialmente el reconocimiento (1843) fue su colaborador.
- La fisión nuclear fue descubierta por la científica Lise Meitner, pero el premio de la Real Academia de Ciencias de Suecia se lo llevó su colega y colaborador, hombre.
- En la ciencia, uno de los casos más representativos es el de Marie Curie, quien luchó contra la discriminación de género y el haber sido invisbilizada pese a haber trabajado a la par, con su esposo Pierre Curie, en la teoría de la radioactividad. En 2020, una película retrató cómo Marie Curie fue excluida del premio Nobel, aunque tiempo después se lo adjudicó.
Otro ejemplo de esta violencia es el del matrimonio de Margaret y Walter Keane. Ambos fueron a juicio por la autoría de cuadros que ella pintaba, pero que él ponía su firma y los vendía.
No fue hasta décadas más tarde cuando ella denunció la situación y tuvo que demostrar ante un juez que ella era la verdadera artista. La historia incluso se convirtió en una película que Tim Burton llamó ‘Big Eyes’. (AVV)
La academia debe ser un sitio seguro
La antropóloga Andrea Rea y la psicóloga clínica Soledad Melo señalan que desde las aulas se debe visibilizar estos comportamientos naturalizados. Sin embargo, aclaran que las aulas universitarias siguen sin ser “espacios completamente seguros”, detallan.
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