Pese a que el exVicepresidente correísta salió de la cárcel, no participa en la campaña electoral. ¿Qué pasó con Jorge Glas?
Jorge Glas se transformó en uno de los símbolos máximos del correísmo. Ese sector político ha logrado posicionar a su figura como la muestra viviente de una supuesta persecución judicial y mediática, lo que ellos llaman lawfare. Eso, y no la corrupción por la que ha sido sentenciado, lo mantuvo en la cárcel durante cinco años, según ese lado.
Pero también Glas es, para sus fieles seguidores y defensores, símbolo de eficiencia, de gran trabajo, incluso de honestidad. Esto pese a sus dos condenas en firme. La primera por asociación ilícita en el caso Odebretch (con una condena de seis años de cárcel) y, la segunda, por cohecho debido al caso Sobornos o Arroz Verde (ocho años de cárcel).
Glas, quien asegura que esá muy enfermo, incluso, según los procesos judiciales, que atentó contra su vida en la cárcel, todavía tiene dos pendientes que pudieran salpicarle: la construcción de la Hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, y las denuncias sobre la trama de Petrochina.
Además, tiene otras investigaciones, en etapa de indagación previa, por tráfico de influencias, concusión, lavado de activos y cohecho. Y debe al Estado 7,8 millones de dólares.
Pero esto no interesa a sus seguidores. Desde su captura, en 2017, Glas recibió el apoyo total del Grupo de Puebla, el club de Socialistas del Siglo XXI, que tiene entre sus miembros a los expresidentes de varios países de América Latina, como Ernesto Samper, Fernando Lugo, Dilma Rousseff, Martín Torrijos y el propio Rafael Correa. En sus comunicados lo trataban como un auténtico preso político, un guardián de esa línea.
Para ese grupo de izquierda, los jerarcas Glas, Correa, incluso Pablo Romero (exjefe de Inteligencia del correísmo y todavía preso), son parte de una larga lista de perseguidos, en donde también constan Dilma Rousseff, Lula da Silva, Cristina Fernández… hasta el narcotraficante colombiano fallecido Jesús Santrich.
Contra todos ellos se ensañó una Justicia cooptada por la derecha, así dicen. Además, que estos oscuros jueces, confabulados con los medios de comunicación, libran una guerra para anular a esos supuestos líderes.
Con esto queda claro que Jorge Glas es uno de los más grandes símbolos de esa tendencia en Ecuador. Luego de Correa, claro.
A pesar del peso político que tiene Glas se esfumó de la campaña electoral correísta. El exvicepresidente Jorge Glas no aparece en los recorridos de los principales candidatos, pese a que está libre y solamente debe presentarse semanalmente en una carcel de Guayaquil.
No está ni siquiera con Paola Pabón, quien, el 28 de noviembre, lo esperó a su salida de la Cárcel 4. “Vice. Te queremos. Aquí estamos, vice”, dijo ese día, luego de lanzarle un beso a la distancia y estrechar su mano.
Tampoco lo hace con Marcela Aguiñaga, quien tiene posibilidades reales de derrotar a los socialcristanos en la elección por la Prefectura del Guayas.
El supuesto gran héroe de la revolución ciudadana simplemente no está en la campaña electoral.
Este Diario supo que su defensa ha pedido diferir audiencias judiciales en Quito por temas de salud. Lo hizo la semana pasada.
Lo cierto, es que no hace olas. Glas no fue ese ‘héroe’ que ayudó en la campaña del correísmo. (JC)
Los casos Coca Codo, y Petrochina, también salpicarían a Jorge Glas