Los impuestos alcanzan para pagar sueldos, intereses de deuda, bonos sociales y transferencias al IESS

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TRIBUTACIÓN. Los ciudadanos y sus emprendimientos son los más perjudicados con la ineficiencia estatal.

La obra pública solo se puede cubrir con deuda y algo de ingresos petroleros. Para poder bajar impuestos, primero se debe redimensionar todo el Estado para frenar el malgasto.

Para este 2023 se proyecta una recaudación de alrededor de $16.000 millones en impuestos. Según el presupuesto estatal para este año, que puede ser revisado en la página del Ministerio de Economía, esos $16.000 millones en tributos se reparten en tres gastos:

Alrededor de $9.000 millones en sueldos y salarios; $3.000 millones de intereses de deuda; y $4.000 millones se reparten entre bonos, ayudas sociales y los recursos que se transfieren a la seguridad social.

Así, lo que la economía ecuatoriana genera en impuestos solamente sirven para gasto corriente, es decir, los gastos mínimos del día a día; y no se traducen en gasto para obras. La llamada inversión pública se financia en su mayor parte con deuda y con parte de los ingresos petroleros.

En este contexto, uno de los problemas estructurales del país es que se produce poco y gran parte del esfuerzo privado se va en cubrir la chequera de gastos diarios de un Estado ineficiente.

Por eso, antes de ofrecer menos impuestos, que podrían inyectar más liquidez para crear empleo e invertir, se debe hacer un examen profundo del malgasto en el sector público.

De lo contrario, las rebajas de hoy se transformarán en más impuestos y crisis para mañana.

El exministro de Economía, Mauricio Pozo, ha dicho que lamentablemente el Gobierno del presidente de la República, Guillermo Lasso “no ha hecho nada” realmente eficiente y sustancial para reducir el gasto.

Recaudación y gastos

En los primeros cuatro meses de 2023, los ingresos tributarios, según un análisis de Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal, sumaron $5.444 millones.

Sin embargo, solo los gastos corrientes llegaron a los $6.295 millones, con un aumento de más de $500 millones con respecto a lo que se registraba en el primer cuatrimestre de 2022.

Carrera proyecta que el déficit “podría alcanzar los $5.000 millones a fines de 2023”.

Desde un punto de vista liberal, Alberto Acosta, economista y editor de Análisis Semanal, puntualizó que la actual situación confirma que es un mito que subiendo impuestos se soluciona el déficit fiscal (más gastos que ingresos).

“En un país con débil institucionalidad como el nuestro, cada incremento de impuestos lo único que hace es impulsar una nueva escalada en el gasto”, dijo.

Por eso, la salida para corregir los desbalances, y que más dinero quede en el bolsillo de los ciudadanos y las empresas para inversión y más competencia, es que se controlen los gastos innecesarios.

‘Demagogia’

Si no se buscan consensos para reducir el gasto improductivo, cualquier fórmula que ofrezca reducir impuestos en las circunstancias actuales será pan para hoy y hambre para mañana.

Tanto el Gobierno, con su poco explicada propuesta de aumentar las deducciones de gastos personales para reducir el pago de impuesto a la renta, como la carta de la Cámara de Comercio de Quito y sus nueve medidas para supuestamente reducir la carga tributaria, son “posturas demagógicas y coyunturales”, según Javier Bustos, docente universitario y abogado tributario.

Sin una reforma a fondo del Estado, como ha pedido Pablo Lucio Paredes, director del Instituto de Economía de la Universidad San Francisco, las posibilidades de competencia y generación de empleo desde el sector privado seguirán siendo devoradas por un sector público ineficiente.

Con una nueva reforma tributaria a puertas, pero sin fecha de llegada a la Asamblea, el exministro de Economía, Fausto Ortiz, ha explicado que el Gobierno está “entrando en un campo populista en el afán de recuperar algo del apoyo popular”.

Además, con el riesgo de que, en una Asamblea tan irresponsable como la que tenemos, los legisladores se pongan más generosos que el Ejecutivo y establezcan, por ejemplo, que las deducciones de gastos personales no sean de $15.000, sino de $20.000 o $30.000.

Por su parte, la propuesta de la CCQ, de acuerdo con Bustos, en la mayoría de sus medidas planteadas, es una repetición de cosas que ya se han incluido en el Código de Producción y la Ley de Fomento Productivo, entre otras normativas.

Tanto la subida como la bajada de impuestos, sin una contrapartida de mejor gasto público, han demostrado ser una fórmula para el desastre en Ecuador. (JS)

“El Estado ecuatoriano está sobredimensionado y mal orientado. Genera en promedio baja productividad y, en muchos casos, nula o negativa. Es decir que saca recursos de la sociedad (impuestos y afines) pero devuelve acciones de mucho menor valor”. Pablo Lucio Paredes, director del Instituto de Economía de la USFQ.