Hacia la etapa de las pugnas interminables

Fuerza. La nueva mayoría domina la Asamblea Nacional.
Fuerza. La nueva mayoría domina la Asamblea Nacional.

La política no deja certezas hacia el futuro. Los problemas más graves de la población no pasan por el Pleno. La caída libre de la aprobación del Parlamento ya no importa.

Más allá de las declaraciones pomposas en la Asamblea Nacional, de estar a favor de la patria, el pueblo y los pobres, hay hechos que confirman que hay un cambio de fondo.

La nueva mayoría, liderada por el correísmo, apoyada por el Partido Social Cristiano (PSC) y unos cuantos detractores de la línea partidista de Pachakutik (PK) y la Izquierda Democrática (ID), ha sido implacable. Controla el Parlamento.

Todo empezó con la disputa por el control del Consejo de Participación. La extensión de la nueva mayoría en esa institución perdió el control. Y ese hecho juntó el agua y el aceite, correístas, socialcristianos y la izquierda que fue perseguida por los dos anteriores. Armaron un bloque que ha descabezado a la Asamblea Nacional.

Fueron por la presidenta Guadalupe Llori. En contra de la vicepresidenta Yeseña Guamaní. El opositor Salvador Quishpe, con una forzada suspensión. Intentaron destituir al presidente de la República, Guillermo Lasso, incluso con amenazas para obtener los votos de ciertos legisladores.

Incluso, la nueva mayoría, a través de su mayor representante, Virgilio Saquicela, intentó mediar en el conflicto entre el Gobierno y la Conaie. Ocultando, sin éxito, sus ánimos desestabilizadores.

La próxima jugada

Esta semana, la nueva mayoría, debatirá sobre quiénes deben reemplazar a los destituidos. Puestos que irán, como se prevé en la Asamblea, para los rebeldes de Pachakutik o de la ID y para el PSC. Los que ahora mandan.

Dentro de la propia Asamblea se han denunciado las intenciones de la nueva mayoría: dominar el Consejo de Administración Legislativa, cambiar los presidentes de comisiones, dar paso a juicios políticos de organismos de control, como el Consejo de la Judicatura y el Consejo de Participación, y, finalmente, retomar las instituciones de control.

Encuestas tras encuestas se observa la caída al vacío de la credibilidad de la Asamblea. La anterior terminó con un 4%, en 2021. La actual, con un año y dos meses de actividad, ya está en el 7%. Así lo aseguró Marlon Cadena, de la ID.

Pero eso no importa en el Pleno. Los intereses son otros, no la Patria, el pueblo y los pobres.

Mientras el Gobierno y sus aliados resisten, la nueva mayoría avanza. En ese choque, que todos veremos en las próximas semanas, la nueva mayoría sufrirá las consecuencias de la vigencia de la propia Constitución correísta. Que es  hiperpresidencialista. Esto, ya en lo concreto, se traduce en vetos y que Carondelet vaya desactivando cada uno de los argumentos que hizo que se junten quienes están en la nueva mayoría. Fuentes de Carondelet, por ejemplo, señalan de un próximo cambio en la última reforma tributaria.

Desde un sector de los aliados del Gobierno se pide que se investigue a unos cuatro opositores por andar en malos pasos.

Para alejarse de las pugnas políticas, cuando hay una ciudadanía molesta y con poca esperanza en el futuro, según las encuestas, la construcción de la agenda legislativa se convierte en una posible válvula de escape. No sólo para recuperar la institucionalidad, sino para evitar más enfrentamientos políticos que están alejados de las necesidades más urgentes de la población.

Sin coordinación entre el Legislativo y el Ejecutivo la ciudadanía estará presa de una pugna interminable. (JC)