¿Por qué la ilusión del proyecto liberal de Ecuador Libre naufragó?

HECHO. EL presidente Guillermo Lasso buscó la Presidencia durante 10 años, pero no ha podido administrar el Estado
HECHO. EL presidente Guillermo Lasso buscó la Presidencia durante 10 años, pero no ha podido administrar el Estado

La real dimensión del Estado burocrático y el poder de los mandos medios fue subestimada. La voluntad fue suficiente para reducir el gasto público.

Más competencia, productividad y generación del empleo. En su momento, el proyecto de Guillermo Lasso, de la mano de su tanque de pensamiento Ecuador Libre, parecía una vía posible para implantar un modelo liberal e ir dejando el estatismo.

Sin embargo, casi dos años después de llegar a la Presidencia de la República, el consenso, incluso entre los que votaron por Lasso, es que es una decepción.

Solo internacionalmente se aplaude el orden fiscal; pero en lo interno se multiplican las voces que  por un lado le exigen que gaste más; y, por otro, que baje impuestos.

El Gobierno tiene algunas medidas urgentes que podrían ayudarle a mejorar su imagen y darle más estabilidad política y social. Sin embargo, el proyecto liberal de Lasso hace aguas por todos lados por al menos cuatro razones.

Estado burocrático

La dimensión del Estado burocrático fue subestimada por Lasso y por la mayoría de los ecuatorianos quienes creyeron que su Gobierno podría ser un cambio al manejo clientelar e ineficiente de la economía.

Luis Espinosa Goded, docente de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), ha explicado que el poder real no está tanto en el ministro, los viceministros o los gerentes de las empresas públicas, los cuales son fusibles que cambian continuamente. Un ejemplo de eso es el Ministerio de Agricultura.

El poder real está en los mandos medios y en la estructura ministerial, que es muy difícil de modificar y defiende sus propios intereses.

Felipe Rodríguez, abogado litigante, en un reciente análisis explicó que “cuando llegas al poder no sirve de nada colocar en los altos cargos a personas de confianza, porque en los mandos medios es donde siempre ha olido a muerto, donde se enquistan los miserables que se hacen funcionarios públicos para comer a costa de la sociedad,”.

Esta realidad no ha podido ser controlada por Lasso y, bajo la forma del enemigo interno, se  ha comido las buenas intenciones de su Gobierno.

Funcionarios como Roberto Salas, secretario presidencial para las Alianzas Público-Privadas (APP) ha reconocido la brecha entre las expectativas, llegando desde el sector privado empresarial, y la realidad de un sector público, donde se gasta más tiempo cumpliendo trámites.

El problema es que, incluso si este 2023 se aprenden de los errores y se aceleran las obras, el margen de maniobra es escaso porque 2024 ya es año preelectoral.

Gasto publico

Como presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, Pablo Arosemena repetía un día sí y otro también que era solo cuestión de voluntad política para reducir la “despilfarra” estatal y ahorrar sustancialmente el gasto público para, entre otras cosas, bajarle impuestos al sector productivo.

La realidad, que parte de una Constitución de 2008 que genera miles de compromisos y ninguna fuente de financiamiento, es que el 90% del presupuesto del Estado ya está comprometido en gastos obligatorios en sectores sociales, transferencias y pago de deudas.

Aunque sectores políticos y sociales ataquen a Lasso por su supuesto “neoliberalismo y Estado mínimo”, la realidad es que el Gobierno no ha tenido más remedio que gastar más, por ejemplo, para contratar 6.520 maestros, 4.117 personal de salud, 113 funcionarios penitenciarios, 981 funcionarios en las universidades. Esto solo entre noviembre de 2021 y noviembre de 2022.

Además, de la mano del poder de los mandos medios y la estructura burocrática, incluso el poder de los sindicatos públicos han aumentado en más de $200 millones el gasto salarial.

A todo esto se suman las sentencias de la Corte Constitucional, y de otras dependencias del sistema de Justicia, que, por un lado, obligan a aumentar los desembolsos de nómina; y por otro, hacen casi imposible desvincular personal.

Impuestos

Este escenario hace muy complejo reducir el gasto público, lo que a su vez deja poco espacio para reducir impuestos de manera sustancial.

Al Gobierno no le ha tocado otra alternativa que buscar más ingresos, a través de mayores controles sobre la informalidad que concentra el 60% del comercio: influencers, comercio electrónico en redes sociales, negocios sin facturación, plataformas como Airbnb, entre otros.

Estos mayores controles cada vez son más cuestionados, desde varios sectores, por atacar el emprendimiento y al sector privado solo para engordar al mismo Estado ineficiente.  (JS)

Mejorar relativamente la infraestructura vial tomará hasta 2025, pero la ciudadanía exige cambios inmediatos.

Apagar incendios y lidiar con el bloque político

Uno de los legados poco analizados de la década correísta es que se dejaron paralizados, a medio construir, o con altos niveles de retraso, más de 300 proyectos de inversión. Además, el presupuesto de mantenimiento de infraestructuras quedó en mínimos.

Estas falencias se profundizaron en el Gobierno de Lenín Moreno. El resultado es que gran parte de la infraestructura del país está en malas condiciones y la mayoría del tiempo se gasta en apagar incendios, poner parches, es decir, salir del paso.

En otras palabras, los planes de Lasso al llegar al poder se han visto sepultados por las secuelas de años de abandono que hacen que lo importante se vea relegado por lo urgente.

El mismo ministro de Transporte y Obras Públicas, Darío Herrera, ha reconocido que alrededor del 46% de la red vial pública está en condiciones regulares o de peligro para el tránsito; y solo 11% está en óptimas condiciones.

Asimismo, en el plano político, en lugar de dedicarse a las reformas estructurales en temas de inversión, empleo, seguridad, entre otros, la mayor parte de la gestión del Gobierno se pierde, de acuerdo a Ana Robles, politóloga, en el desgaste de enfrentar el bloqueo político, escándalos y denuncias constantes y la amenaza de paros y protestas en las calles.

“ Otra vez se deja lo estructural por lo coyuntural. Cada ministro de Gobierno se quema muy rápido porque lo que se tiene enfrente no son opositores o contrincantes políticos, sino grupos de desestabilizadores a tiempo completo que solo miran cuándo y cómo pueden llegar a Carondelet”, puntualizó.