Por fuera de los hidrocarburos, las exportaciones crecieron un 14%, a pesar de que se desaceleró la demanda y los precios a nivel mundial durante los últimos tres meses de 2022. El país ha avanzado en reducir su dependencia petrolera; pero 2023 será complicado.
«Tenemos que alegrarnos de las buenas noticias . Vamos a cerrar 2022 con más 20.000 millones en exportaciones no petroleras. Estamos ya duplicando e inclusive un poco más a la exportaciones petroleras. Esto es algo que nosotros siempre habíamos mencionado como un modelo de desarrollo para el país. Creemos muy fuertemente que la exportación de productos no petroleros es una solución real y tangible para la economía del país».
Con estas declaraciones, Felipe Ribadeneira, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), resaltó que el sector exportador ecuatoriano, por fuera de la histórica dependencia de los hidrocarburos, tuvo un crecimiento de alrededor del 14% en comparación al 2021.
La producción no petrolera, que incluye a la creciente industria minera, ha sido uno de los principales soportes en la entrada de divisas y la economía nacional desde la pandemia. En 2020, este tipo de exportaciones cerraron en $15.000 millones; en 2021, la cifra llegó a los $17.000 millones; y en 2022 se superó los $20.000 millones.
Este desempeño positivo, sin embargo, ya comenzó a desacelerarse con creciente fuerza durante los últimos meses de 2022. De acuerdo con Rivadeneira, se comenzaron a sentir los estragos de la post pandemia, la reducción de la demanda en los hogares europeos y norteamericanos; y la caída de precios.
El camarón fue el motor, pero la agroindustria se estanca
A pesar de los buenos resultados globales, si se analiza en forma más profunda cada sector, las exportaciones no petroleras enfrentan crecientes problemas.
Xavier Rosero, vicepresidente ejecutivo de Fedexpor, puntualizó que el volumen de exportación se ha venido contrayendo durante 2022, y ese efecto se puede profundizar en 2023.
«Estamos viviendo un momento de transición. El efecto de la recuperación de las ventas y el aumento de los precios se está terminando y nos puede dejar eventualmente en un escenario de menor capacidad productiva. El volumen está retrocediendo, y también están retrocediendo los precios. Será complicado sostener los niveles alcanzados de exportaciones en 2022″, recalcó.
El mayor motor del sector externo, durante el último año, fueron las exportaciones camaroneras. Esas exportaciones crecieron más del 30% y son las principal razón de que las ventas acuícolas y pesqueras aumentaran en más de $2.196 millones durante 2022. El escenario contrario es el de las conservas de atún, que decrecieron un 4%.
Por el lado agroindustrial, Ribadeneira y Rosero coinciden en que se registra un claro estancamiento, el cual preocupa porque es un sector intensivo en mano de obra y con gran impacto en la ruralidad. El monto económico vendido apenas creció un 1% ($70 millones más); pero el volumen cayó en un 4%.
Asimismo, en el caso de las manufacturas, de la mano de precios más altos, los ingresos aumentaron en un 7% ($131 millones más); pero el volumen se desplomó 13%.
» Puede ser bastante complejo porque la capacidad productiva empieza a mermar desde el punto de vista de las manufacturas. Ese efecto de rebote que vimos después de la pandemia se ve amenazado por la recesión mundial. Hay que tomar en cuenta que gran parte de nuestras manufacturas tienen como destino la región y también Estados Unidos», dijo Rosero
Al camarón le sigue, en términos de desempeño, las exportaciones mineras que sumaron más de $2.800 millones durante 2022.
Para 2023, Ribadeneira afirmó que muy probablemente ya no se podrá replicar un crecimiento de dos dígitos en las exportaciones no petroleras. El año se presenta complejo, por lo que desde Fedexpor se han propiciado reuniones con el presidente Lasso para buscar formas de flexibilizar y abaratar costos de producción
» Tenemos incrementos salariales que se están proyectando que van a darse dos años más; tenemos problemas logísticos y de carga. Además, están los problemas de seguridad . Es indispensable trabajar seriamente en cómo promover una estructura flexible de costos», aseveró el presidente de Fedexpor.
El banano está en horas críticas
Gran parte de la responsabilidad de los malos resultados del sector agroexportador y agroindustrial está relacionado con la caída del sector bananero. La producción exportable retrocedió, durante 2022, a los niveles que se tenía hace al menos tres años atrás. Esto es un problema serio porque el banano es un importante componente de la economía agrícola de zonas ya golpeadas de la costa como Los Ríos.
A la pérdida de competitividad interna, se suman factores externos que hacen que cada vez exista menos presupuesto en los hogares en Europa y Estados Unidos para productos que tienen un nivel de calidad premium y que por lo tanto tienen un segmento de precio también mucho más alto.
Esta realidad es una señal de alerta de que 2023 será incluso más difícil que en 2022 y que se necesita, por un lado, seguir avanzando en la agenda de apertura comercial; y por otro también buscar espacio para reducción de aranceles y tramitología.(JS)
Principales factores económicos que afectan a las exportaciones ecuatorianas
Mayor costo de insumos: El incremento llega hasta el 115% en ciertos insumos y materias primas indispensables para la producción.
Costos logísticos y de inseguridad: Aproximadamente se registran $150 millones en gastos adicionales para seguridad privada.
Fortalecimiento del dólar: Hasta 20% de depreciación de otras monedas con respecto al dólar. Esto ha hecho que las exportaciones ecuatorianas sean más caras que las de países vecinos como Colombia y Perú.
Deterioro de la competitividad: Los costos laborales se incrementaron ( Salario Básico más alto, entre otros); menos acceso al financiamiento; y mayor carga tributaria.
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