Un estudio publicado en ‘The Journal of Pain’ afirma que las malas palabras pueden hacer feliz a una persona y que también están vinculadas a gente más inteligente. Conozca las razones.
Aunque se desconoce quién calificó a algunas palabras como «malas», un estudio publicado por The Journal of Pain ha señalado que existen beneficios en quienes las dicen. Se afirma que las malas palabras pueden hacer feliz a una persona, pues tiene un efecto directo en el alivio de dolores, favorece la expresión de sentimientos, promueve conexiones sociales y mejora la salud mental.
El estudio detalla que las malas palabras mejoran la circulación sanguínea, elevan la liberación de endorfinas y promueven la sensación de calma, control y bienestar.
Según la investigación, un gran vocabulario de malas palabras es signo de fuerza retórica: buena capacidad de argumentación y formulación de ideas. La misma investigación reveló que quien es desordenado y duerme tarde también tenía mejores evaluaciones en las pruebas. Es así que el estudio descubrió que quienes suelen decir malas palabras tienen un IQ más alto. Decir muchos insultos en el intervalo de un minuto se vinculó a una puntuación más alta en una prueba de inteligencia.
Edad de las malas palabras
En el artículo ‘Los inesperados beneficios de decir groserías’ publicado por la BBC, se indica que las investigaciones muestran que los niños comienzan a pronunciar groserías para cuando cumplen 6 años.
También que tendemos a decirlas entre el 0,5 y el 0,7% de la veces, lo que equivale a decenas de palabrotas al día, dependiendo de cuánto hable la persona.
2Al decir palabrotas, no sólo comunicamos el significado de una frase, sino también nuestra respuesta emocional a ese significado. También nos permite expresar rabia, disgusto o dolor, o indicar que alguien debe apartarse, sin necesidad de utilizar la violencia física», destaca el artículo, y agrega que existen estudios que muestran que decir groserías puede incrementar la efectividad de un mensaje y hacerlo más persuasivo, especialmente cuando se considera una sorpresa positiva. (AVV)