Entre 2013 y 2017, los gastos fueron, en promedio, $8.000 millones mayores a los ingresos anuales. Eso se cubrió con deuda y abrió un hueco que seguimos intentando tapar. El correísmo acumuló más de $40.000 millones de déficit.
El golpe de la pandemia de COVID-19 en 2020 paralizó la mayor parte de la economía, generó cierres de empresas y desplomó los ingresos petroleros y tributarios. El déficit fiscal (más gastos que ingresos) cerró en $7.158 millones.
Sin embargo, en 2016, con el terremoto que afectó a las provincias de Esmeraldas y Manabí, pero con mayores ingresos tributarios y sin un colapso económico generalizado, el déficit fiscal llegó a los $10.181 millones.
Durante la década correísta, el gasto público se disparó en más de 239%, pero gran parte se utilizó mal y no produjo un incremento sustancial de la economía, la productividad y la inversión privada.
La consecuencia directa fue que una tragedia natural, que no afectó a todo el país, provocó un hueco en las cuentas públicas más grande que el de la pandemia más reciente.
Andrea Rodríguez, economista, comentó que la tragedia actual se construyó con el terremoto económico que dejó Correa en los años del “supuesto modelo exitoso y la bonanza”, a través de creciente déficit fiscal, más endeudamiento y un gasto público poco eficiente, lleno de focos de corrupción y despilfarro.
Despilfarro
Entre 2013 y 2017, el régimen de Correa acumuló déficits fiscales por más de $40.100 millones, es decir, alrededor de $8.000 millones más de gastos que de ingresos cada año.
Esos gastos, que no se podían cubrir con lo que generaba la economía nacional, se compensaron con un endeudamiento público que se levantó en malas condiciones, con tasas de interés que triplicaban el crecimiento de la economía.
En su mayor parte, ese endeudamiento se fue a gasto corriente para mantener una burocracia creciente, en lugar de obras de infraestructura que generen rendimientos productivos a mediano y largo plazos.
Así, se pasó de pagos de servicios de deuda (intereses y amortizaciones) de menos de $2.500 millones antes del correísmo, a promedios de más de $6.000 millones anuales. A la par, el crecimiento económico se desplomó de un promedio de 3,5% al 0,5% desde 2015.
Según Norma Benítez, economista y exconsultora en organismos multilaterales, el país asumió más de $40.000 millones de nueva deuda, la cual seguimos pagando a duras penas porque no se aumentaron las capacidades productivas ni los ingresos de los ciudadanos, para mantener la popularidad y el estado ineficiente de un gobierno populista.
“Esa deuda, y el desorden fiscal que dejó el correísmo, se ha tenido que tapar con más deuda en los dos siguientes Gobiernos. Al principio del periodo de Moreno se siguió con la misma lógica de Correa y, a mitad de camino, se comenzó a enmendar. A Lasso le ha tocado la parte más impopular del ajuste”, puntualizó.
El costo de la mala gestión
Además de que el endeudamiento más que se duplicó, mientras la economía creció en un 86% (sobre todo en el sector público), la década correísta dejó un legado de atrasos estructurales de alrededor de $2.000 millones cada año y pagos de intereses y amortizaciones crecientes.
Así, a pesar de los esfuerzos del Gobierno de Lasso, el llamado servicio de la deuda representará $7.500 millones en 2022, bajará a $7.400 en 2023 y a $6.000 millones en 2025; pero se volverá a disparar a más de $8.000 millones cuando se termine el periodo de gracia (no pago) de los bonos de deuda externa.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se necesita un manejo fiscal ordenado y consistente durante al menos 10 años para que el peso del endeudamiento público baje de forma sustancial.
Actualmente, el Gobierno necesita más de $15 millones de nueva deuda cada día, y el stock llega a más de $72.000 millones (incluidas obligaciones pendientes con el IESS).
Ese monto representa más del 62% del Producto Interno Bruto (PIB). Si se mantiene la política fiscal de Lasso, ese porcentaje podría bajar al 57% en 2025; pero tomaría hasta 2030 para llegar al 45% y recién en 2032 se retornaría al 40% establecido en la ley. (JS)
Deuda y capacidad de pago
El endeudamiento no es malo si se lo utiliza principalmente para aumentar la capacidad económica y de infraestructura productiva. Es decir, que genere más riqueza para que se pueda pagar sin problemas a mediano y largo plazos.
Para sostener el actual nivel de endeudamiento, Ecuador debería haber crecido desde hace mucho tiempo a tasas de 3% o más al año.
Incluso antes de la pandemia ya se tenía un crecimiento casi de cero, que se recuperó a un poco más del 4% en 2021, pero desde 2022, si no hay un salto importante en la inversión privada desde el extranjero, se estancará en el 2%.
En este escenario, la economía ecuatoriana realmente tiene capacidad para pagar un nivel de deuda de la mitad del que tiene. Por eso, el Gobierno de Guillermo Lasso está haciendo esfuerzos para reducir el déficit fiscal y el ritmo de endeudamiento para evitar una nueva crisis de pagos en el mediano plazo.
Evolución del déficit fiscalSector Público no Financiero |
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USD millones | ||
Año | Monto | |
2013 | 8.016 | |
2014 | 8.635 | |
2015 | 7.190 | |
2016 | 10.181 | |
2017 | 6.098 | |
2018 | 3.065 | |
2019 | 3.867 | |
2020 | 7.158 | |
2021 | 3.300 | |
*2022 | 2.200 |
*Proyección hasta final de año