El trabajo conjunto con los productores de alimentos evitó el colapso de las tiendas de barrio

SECTOR. Existen casi 120.000 tiendas de barrio en todo el país.
SECTOR. Existen casi 120.000 tiendas de barrio en todo el país.

Se registró un 15% de cierres de despensas en 2020, pero el apoyo de los fabricantes de alimentos permitió que el sector no se hunda por la pandemia.

“Al inicio de la pandemia, el cierre de tiendas fue brutal. Tuvimos solo el 40% de negocios abiertos, debido a problemas de seguridad, abastecimiento y movilidad”. Christian Wahli, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), explicó que la crisis sanitaria obligó a los productores a tomar medidas inmediatas para evitar que estos comercios minoristas cerraran definitivamente.

Ese colapso habría representado la pérdida del canal de comercio por el cual las familias ecuatorianas realizan el 70% de las compras de los bienes alimenticios.

“A los fabricantes nos tocó propiciar la reapertura de las tiendas. Lo logramos con programas conjuntos con los municipios de Quito y Guayaquil. Además, tuvimos que hacer toda una serie de capacitaciones a los tenderos para que aprendan a manejar la bioseguridad, y educar al consumidor”, acotó Wahli.

Antes de la pandemia, la Red Ecuatoriana de Tenderos (RET), creada en 2014, registraba alrededor de 140.00 tiendas de barrio a lo largo de todo el país, aunque el mayor porcentaje se concentraba en las dos grandes urbes de Quito y Guayaquil.

Impacto menor que en otros sectores

Gracias a un trabajo intenso de dos meses, desde agosto de 2020 se logró que el 70% de las tiendas de barrio se reactiven; y hasta final de año, los cierres definitivos no superaron el 15%, es decir, alrededor de 21.000 locales a nivel nacional.

Según Wahli, el sector de la producción de alimentos y del comercio minorista está prácticamente normalizado al momento. “El 2020 terminó con una caída de ingresos de $500 millones. No ha sido tan dramática como en otros sectores de la economía, pero afectó a unos más que otros”, añadió.

María Antonia Rosero, dueña de una tienda en el sector de San Isidro de El Inca (norte de Quito), comentó que ella, al final que la mayoría de los tenderos, tuvieron que aprender sobre la marcha y dar servicio domicilio, u ofrecer opciones de pago electrónico, entre otras medidas.

“Algunas cosas como el servicio a domicilio, solo duraron mientras estuvimos confinados, pero el menor uso de efectivo si se mantiene. Hemos podido convivir mejor con el virus”, dijo.

Negocios reconvertidos en tiendas

Luego de que pasaron los meses de restricciones más estrictas, no solo se reactivaron la mayoría de tiendas de barrio existentes antes de la pandemia, sino que desempleados o ecuatorianos con negocios a la baja vieron una oportunidad de convertirse en comercios minoristas.

Sobre todo pequeños restaurantes o cafeterías mudaron su giro a la venta de comestibles en ciudades como Quito y Guayaquil. Esto provocó un aumento del 5% en la oferta.

Esas nuevas tiendas, como resultado de la crisis económica, requirieron una inversión inicial de al menos $4.000, pero en la mitad de los casos no pudieron sostenerse.

Rómulo Verduga comentó que vio que un pequeño negocio de víveres podría ayudarle a recuperar en algo sus ingresos. “Los arriendos bajaron a menos de la mitad y nos lanzamos con mi esposa, pero una tienda necesita muchas cosas para dejar ganancia y al final nos comió la competencia”, puntualizó.  (JS)

Congelados y pastas fueron los productos más demandados

Christian Wahli, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas (Anfab), explicó que la pandemia dejó ganadores y perdedores dentro de la industria alimenticia.

Por un lado, creció exponencialmente la demanda de productos casi listos para el consumo como congelados y pastas. Además, en las perchas se prefirió la compra de empaques grandes, con el fin de no hacer muchos viajes a la tienda.

Por el otro lado, se cayó el mercado de productos diseñados para la lonchera como pequeños envases de leche chocolatada. Asimismo, los bienes para servicios de comida como aceite, atados a la actividad turística y hotelera, también redujeron sus ventas.

El teletrabajo y el cierre de la educación presencial también redujo al mínimo las compras de bebidas, snacks y dulces en las tiendas de barrio.

 “El 2021 empezamos más o menos bien, pero ligeramente por debajo de los meses de enero y febrero de 2020. Va a ser un año complicado”, concluyó Wahli.