Nueva tragedia anunciada / El Tiempo

Los cuerpos de nueve náufragos de una embarcación que transportaba a migrantes ilegales constituye una nueva tragedia anunciada, por el ansia de ir hacia los EE.UU. corriendo riesgo.
Cuando está por cumplirse un año del naufragio de una embarcación que transportaba a migrantes ilegales, siniestro en el cual fallecieron decenas de aquellos ecuatorianos que buscaban llegar por medios precarios a los EE.UU. acaba de conocerse una nueva tragedia, en esta ocasión los cuerpos de nueve personas halladas en una playa de la provincia de Manabí, que presumiblemente se ahogaron al zozobrar la lancha en la cual eran llevados mar adentro para abordar una embarcación de las que hacen este tipo de viajes.

Al parecer, poco o nada ha cambiado desde que hace un año el naufragio y la muerte de un significativo número de conciudadanos que pretendían llegar en forma ilegal a los Estados Unidos consteraron a la opinión pública y se exigió acabar con este ilícito y peligroso tráfico de personas. Las autoridades nacionales ofrecieron investigaciones, se desarticuló a ciertas organizaciones de “coyoterismo”, y se anticipó que la Armada ecuatoriana sería mejor dotada para un patrullaje más eficaz de las aguas, en prevención de estos viajes clandestinos que han causado la pérdida de vidas en muchos hogares ecuatorianos.

Sin embargo el problema estriba en que, como en cualquier negocio lícito o ilícito, es la demanda la que alimenta el coyoterismo, esto es la cantidad de personas que, sin importar los riesgos, y a veces no muy concientes de ellos, aceptan previo pago ser trasladados hacia el destino norteamericano en embarcaciones que no cumplen las más elementales normas de seguridad, en su mayoría vetustas, y por si fuera poco, que realizan los embarques de sus pasajeros clandestinos en altas horas de la noche o la madrugada, en playas o caletas riesgosas. De esta manera, mientras no se acabe con la desesperación de viajar hacia los EE.UU. en las peores condiciones imaginables, sin importar los riesgos mortales que ello implica, aparte de otro tipo de riesgos contra la integridad y la libertad, estas tragedias es de temer que continúen.

Junto a la represión de las bandas de los denominados “coyotes” es hora de que, como una política del Estado ecuatoriano, se activen campañas de educación y persuación acerca de los fatales riesgos de los viajes ilegales, para que una ciudadanía alienada por motivaciones inducidas para emprender viajes ilegales a los EE.UU. cobre conciencia de aquellos riesgos en su contra y de sus familiares.