El teletrabajo llegó al 6% de las personas con empleo durante la pandemia

REALIDAD. Seis de cada diez teletrabajadores son mujeres. Dividen el trabajo con tareas del hogar y cuidado de los niños.
REALIDAD. Seis de cada diez teletrabajadores son mujeres. Dividen el trabajo con tareas del hogar y cuidado de los niños.

Ecuador está entre los países de la región donde menos se desarrolló esa modalidad. Siete de cada diez teletrabajadores tienen título universitario de tercer nivel o más.

Más de 23 millones de latinoamericanos pasaron al teletrabajo durante la pandemia. En el caso de Ecuador, la cifra llegó a un máximo de 455.144 personas, incluso en los momentos más duros de la crisis sanitaria.

Ese monto representa el 6% de la población con algún tipo de empleo. A pesar de que se buscó incentivarlo y se promulgó normativa para regularlo, el país se quedó a la zaga de la región.

En promedio, el 20% de los ocupados en América Latina han teletrabajado desde el año pasado. En economías como la peruana y la chilena, el porcentaje osciló entre el 28% y 30%; mientras que en Colombia y Brasil se llegó hasta el 16%.

En el sector privado ecuatoriano, el número de teletrabajadores pasó de 189.846 en marzo de 2010 a 286.401 hasta inicios de junio de 2021. Por su parte, en el sector público, el salto fue de 18.523 a 152.930, durante los primeros seis meses de la pandemia; pero el pico máximo no superó las 168.743.

Cuatro razones de los bajos resultados

Lorena Loaiza, economista y emprendedora, comentó que en el país ha habido barreras económicas, tecnológicas y culturales. En primer lugar, las microempresas y las pymes, que son las responsables de más del 70% del empleo formal, no estuvieron preparadas para las nuevas circunstancias.

“La mayoría de los negocios estaban endeudados y con poca capacidad de innovación cuando inició la crisis. No solo que no tenía dinero para invertir en tecnología, sino que tuvieron que hacer recortes de personal para seguir a flote”, dijo.

En segundo lugar, según Juan Sebastián Salcedo, director ejecutivo de la Cámara de Innovación y Tecnología Ecuatoriana (Citec), apenas el 30% de los trabajadores en toda la cadena del sector productivo tiene la capacitación y las habilidades necesarias para el teletrabajo.

En tercer lugar, la cultura en el país todavía privilegia las labores presenciales como la única forma de asegurarse de que los colaboradores realmente trabajen. “Hay una visión retrógrada de que, si no ven sentado al personal en sus puestos de la oficina, no están haciendo nada. Sin embargo, en casa se puede ser incluso más productivo”, acotó Loaiza.

Finalmente, otro factor importante es que la economía nacional es mayoritariamente informal, con más de seis de cada cuatro personas entre el subempleo y otras ocupaciones precarias. Pero, de acuerdo con el estudio ‘Desafíos y oportunidades del teletrabajo en América Latina y el Caribe’, elaborado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT), el potencial del Ecuador está entre el 15% a 17% de empleados desde casa.

Universitario y de mediana edad

El 4% de los teletrabajadores tienen instrucción primaria o menos, por lo que el grueso de los beneficiarios de esta modalidad (más del 70%) son personas con título de tercer nivel como mínimo.

Además, de acuerdo con la OIT, la edad promedio fluctúa entre los 25 y 44 años. En otras palabras, el teletrabajo se concentró en profesionales de mediana edad; aunque la mayoría de los empleados del país tienen un perfil con menos preparación.

Los puestos de trabajo que más teletrabajaron están relacionados con niveles gerenciales, asesoría técnica y mandos medios. En seis de cada diez casos, esta modalidad fue utilizada por mujeres.

“Ellas asumieron más labores en el hogar, las cuales tuvieron que compaginar, en muchas ocasiones, con más horas de trabajo”, acotó Loaiza. (JS)

Ineficientes controles y normativa con vacíos

A pesar de que el ministerio del trabajo emitió nueva normativa para reglamentar y regular el teletrabajo, todavía persisten vacíos que permiten abusos e incumplimientos.

Así, se establece que la jornada no puede exceder las 8 horas diarias, pero a la par se dice que el tiempo de desconexión deberá ser de al menos 12 horas continuas en un lapso de 24 horas. En otras palabras, se deja en el limbo cuatro horas de trabajo adicional, sin establecer si deben pagarse como extras.

Por otro lado, aunque la normativa manda que el empleador provea todo lo necesario para las labores desde casa, los empleados han tenido que asumir costos adicionales en internet, luz y otros.

También hay vacíos sobre cómo se procede cuando ocurre un accidente o enfermedad; por lo que Ernesto Mera, analista de seguridad ocupacional, consideró que se debe fortalecer la estructura legal, de la mano de un control efectivo.

El Ministerio de Trabajo dejó de publicar las cifras laborales desde el 21 de mayo de 2021; además tampoco se ha transparentado si durante la pandemia se sancionó empresas por incumplimientos en el teletrabajo y qué clase de controles se están haciendo.

Por ejemplo, Mera cuestionó que no queda claro cómo se constatará que los empleados que vayan a labores presenciales sean únicamente los que tienen las dos dosis de la vacuna contra la Covid-19.