Luis Espinosa Goded, profesor de Economía y fundador de la Asociación de Debate de la Universidad San Francisco, dialogó con La Hora.
¿Fue un debate el encuentro de los candidatos presidenciales en la primera vuelta?
No fue un debate y no pudo ser en ningún caso, porque entre 16 personas no se puede confrontar ideas. No hubo contraposición de propuestas, ni oportunidad de preguntar o replicar. El formato abierto a 16 candidatos era muy difícil, más cuando los candidatos tampoco tenían ganas de debatir, ni capacidad oratoria. Fue lamentable.
Hay muchas iniciativas desde la Sociedad Civil que promueven el debate, pero es lamentable que los candidatos se nieguen a asistir.
¿Por qué un candidato se niega a debatir? Lo vimos en 2017 cuando Lenín Moreno no lo hizo con Guillermo Lasso.
La política, en su condición más noble, soluciona o arregla los problemas que tenemos en común; pero, la política, en su concepción más sucia, es simplemente juegos de poder. Los políticos están rodeados de asesores de marketing político que lo único que les importa es conseguir más votos.
Ellos saben lo mediocres que son sus candidatos y también saben que, si los exponen en público, como no controlan las preguntas ni el mensaje, pueden perder votos. Claro, el interés individual es no perder votos, pero el interés de la calidad democrática es exponer las ideas. Un político noble que se presente a las elecciones de manera honesta no puede renunciar someterse a un debate, a contraponerse, exponerse a cuanta pregunta cómoda o incómoda quiera hacerle la prensa libre o los candidatos de otros partidos.
Cuando hablamos de confrontación en un debate, ¿a qué nivel se puede llegar?
El límite está claro: la calumnia, la infamia o el plano personal. Sin embargo, más allá de eso hay que someter todas las ideas y hay que ser capaz de aguantar un amplio nivel de crítica. Uno va al debate ya llorado de casa y a exponerse a contraponer ideas.
¿Tiene cabida el insulto en el debate?
Lo que se esperaría que diga es que no. Lo que no tiene cabida es el insulto personal, pero sí una mofa elegante, tiene cabida la ironía. Cuando al candidato Ronald Reagan le dijeron algo así como que era muy viejo para la Presidencia de los Estados Unidos, él respondió: “No voy a aprovecharme de la inexperiencia de mi contrincante”. No es un insulto, pero es una forma elegante de exponerlo. El debate no es solo espectáculo, pero también es espectáculo.
¿Cuáles son los mayores errores en el debate?
Creo que los candidatos cometen errores, entre otras cosas, por lo que les dicen sus asesores de marketing. El primer error de un candidato es no responder a las preguntas.
Otro error importante es no contar tu mensaje, no contar qué vas a hacer. No deben creer que al público solo le interesa el espectáculo, porque es más maduro de lo que parece. Cuenten cuál es el Ecuador que ambicionan en el futuro. Hablen de lo que realmente proponen, porque las ideas importan bastante más de lo que los asesores políticos nos quieren hacer creer.
¿Qué tan importante es el debate en un proceso electoral?
El debate tiene un momento previo, el desarrollo y luego un después, que es importante. Es decir, cuántos votos mueve el evento no depende solo de lo que se dice en él, sino que también de lo que se habla después del mismo.
Es el momento culmen del proceso electoral, pero lo es en un nivel de institucionalidad, de purismo y calidad democrática. Por desgracia, desde hace ya un tiempo los debates no son el punto culmen en el proceso en lo que respecta al movimiento masivo de votos. Esto no es solo un problema generalizado de Ecuador, porque va perdiendo importancia.
¿Por qué pierde importancia?
La van perdiendo porque por desgracia los debates no tienen la calidad de propuestas que nos gustaría. Y en los últimos años lo hemos visto como un espectáculo. Tampoco vamos a romantizar la política de hace 20 o 30 años como si aquello fuese el debate filosófico en Atenas, pues también tenía sus problemas.
¿Se va perdiendo la cultura del debate? ¿Las nuevas generaciones lo conocen?
No sé si se vaya perdiendo porque tampoco tengo tan claro si antes realmente existió con ese nivel de profundidad. Voy a decir dos cosas que parecerán contradictorias: por desgracia no hay cultura del debate, no está presente la idea de “yo tengo mis ideas, tú tienes las tuyas y las contrastamos”.
Hay personas que dicen “¡Qué horror! Eso se ha perdido por culpa de Twitter, Facebook o las redes sociales”. No creo que sea verdad. No es habitual ver debates; sin embargo, yo sí estoy viendo debates entre youtubers, entre twitteros bastante interesantes. Incluso en TikTok lo encuentras, quizás no un debate tan estructurado, pero ves a un joven que sube algo y otro que sube otro tiktok contraponiendo las ideas. Es interesante que sean los más jóvenes –no de manera masiva- los que están dando lecciones a los más adultos de qué hacer para debatir.