Ecuador enfrentó la crisis pandémica, pero la informalidad ganó terreno

PRODUCTIVIDAD. La pandemia golpeó, pero no mató al espíritu emprendedor ecuatoriano.
PRODUCTIVIDAD. La pandemia golpeó, pero no mató al espíritu emprendedor ecuatoriano.

La crisis pudo ser mucho peor, pero el impulso vino del sector exportador, el dinamismo del tejido microempresarial, el sistema financiero y el orden fiscal apoyado por multilaterales.

En marzo de 2020, durante el primer golpe de la pandemia, las reservas internacionales del Ecuador llegaron a caer por debajo de los $2.000 millones. El Estado no tenía lo suficiente ni para pagar la nómina de sueldos y los ingresos del sector privado estaban en mínimos históricos.

De esa situación catastrófica, el país, a pesar de llevar a cuesta seis años previos de crisis, se levantó con una combinación de ayuda multilateral; dinamismo del sector exportador y de la microempresa; y un sector financiero solvente que aumentó la concesión de créditos; entre otros factores importantes.

Al cumplirse el tercer aniversario del inicio de la pandemia, el país está menos endeudado, se evitó un mayor desangre laboral y se han mejorado las cifras económicas, aunque los problemas estructurales siguen sin resolverse.

Multilaterales y orden fiscal

En lo peor de la pandemia, al Gobierno le faltaban alrededor de $8.000 millones para cubrir todos sus gastos. La mayor parte de ese dinero llegó de la mano de organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), entre otros.

Los préstamos, con tasas de interés de entre 3% y 4%, evitaron un mayor colapso económico y social; pero de acuerdo con Norma Vásconez, economista y exconsultora de multilaterales, también vinieron atados a un compromiso de al menos frenar el despilfarro de recursos en el sector público.

“Aunque todavía hay serios problemas de eficiencia en sectores como las empresas públicas y el sistema de salud, el país logró bajar un déficit descomunal de casi 8% al 1,7% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto significa menos endeudamiento público y menos probabilidades de aumento de impuestos u otro tipo de medidas de ‘shock’ a futuro”, puntualizó.

La reducción del hueco estatal, combinado con un nivel de ventas que aumentó hasta los $225.000 millones en 2022, han hecho posible que 2023 inicie con un nivel de endeudamiento público de alrededor del 66%. Esto es un avance porque el endeudamiento llegó a sobrepasar el 74% del PIB.

Esto es un logro de la administración de Lenín Moreno, en la que se firmó el acuerdo con el FMI y se renegoció la deuda externa en bonos. También de la administración de Guillermo Lasso, que culminó con éxito ese acuerdo, renegoció la deuda china y mantuvo el orden fiscal.

El país ahora tiene más espacio para financiar obra pública, luego de fuertes recortes en esa área, y está mejor preparado para pagar el vencimiento de varias deudas desde finales de 2025 e inicios de 2026.

Exportadores, microempresa y crédito

Cuando el país necesitaba más divisas, el sector exportador tomó la vanguardia de la economía nacional.

Las exportaciones no petroleras crecieron de $13.247 millones en 2019 a $18.242 millones hasta finales de 2022. Si se incluye a la minería, el aporte aumenta en alrededor de $2.800 millones adicionales.

Esta situación está detrás de una buena parte del aumento en la recaudación de impuestos durante 2022, junto al dinamismo de sectores como el automotriz, la industria alimenticia y las ventas minoristas.

A la par, como contraparte al cierre de miles de pequeñas y medianas empresas, se produjo un aumento significativo (más de 80.000) en el número de microempresas.

Sin bien muchas de esas nuevas microempresas no son completamente formales, su creación, en un gran porcentaje con ayuda de figuras como las Sociedades de Acción Simplificada (SAS), impidió un mayor deterioro económico y se convirtió en la salida laboral de un número creciente de jóvenes y mujeres de toda edad.

Ese despegue del tejido microempresarial habría sido imposible sin la apuesta del sistema financiero por aumentar el financiamiento, sobre todo para microcrédito y actividades productivas. Esa apuesta incluyó utilizar parte de los depósitos del sistema financiero en el Banco Central.

Problemas estructurales

Sin la combinación de orden fiscal y el impulso de los tres pilares productivos (exportadores, microempresa y crédito), según el Foro Económico Mundial, Ecuador tendría el doble o triple de la inflación (2,9% al final de 2022 y alrededor de 1,8% para 2023) y además los niveles de informalidad serían hasta 10 puntos más altos del actual 61% de la Población Económicamente Activa (PIB).

En lo peor de la pandemia, el nivel superó el 65% y, en la mayoría de las provincias si se registra una mejora; pero solo en Pichincha y Galápagos existen porcentajes de empleo formal (al menos $425 de ingreso al mes y 8 horas de trabajo) superiores al 40%.

En otras palabras, Vásconez recalcó que la crisis pudo haber sido peor, pero la resiliencia de la ciudadanía ecuatoriana impidió un mayor desastre.

“Esto no significa que estamos bien. La informalidad es sinónimo de $300 mensuales o menos. La pobreza ha bajado, pero todavía afecta a más de 4,5 millones de personas. La corrupción, la ineficiencia y la inestabilidad política sigue impidiendo que se inviertan mejor los recursos públicos y que llegue la inversión extranjera”, recalcó.

Los planes del Gobierno de Lasso, sobre atraer inversiones extranjeras por más de $30.000 millones, no despegan. Apenas hay tres proyectos concesionados hasta marzo de 2023.

La falta de ingreso de recursos por inversión extranjera se ha compensado en parte con los miles de millones enviados vía remesas de los migrantes. Pero esa fuente se está desacelerando; al igual que el impulso de las exportaciones debido a la crisis global.

Además, empresarios como José Antonio Camposano, presidente del directorio de Cordex y presidente Ejecutivo de la Cámara Nacional de Acuacultura (CNA), han dicho que están pendientes medidas para reducir costos, aumentar la competitividad, mejorar las condiciones de vida y de seguridad en el campo y facilitar la contratación en el mercado laboral, entre otros. (JS)

El panorama que dejó la pandemia

  • La informalidad bajó del 65% a un poco más del 61%.
  • La deuda pública cayó de más del 74% al 66%.
  • La pobreza bajó del 33% al 25,2%.
  • Más de 5 millones tiene un empleo precario, con hasta $250 mensuales de ingreso.
  • Más de 4,5 millones siguen siendo pobres y con poco acceso a alimentos de calidad.
  • Están pendientes reformas estructurales para reducir los costos de producción, facilitar la contratación laboral y reducir la corrupción y la ineficiencia en la contratación pública, entre otros.