Más del 40% de los adultos tiene problemas de salud mental. El país invierte nueve veces menos que sus pares de la región.
No se ve en una radiografía, no deja marcas visibles como una pierna rota o una cicatriz, pero las enfermedades mentales afectan cada vez a más personas. El tema todavía está inmerso en una especie de tabú social y en términos políticos no da votos.
En América Latina, la inversión per cápita en salud mental apenas promedia $13,8 al año; pero en Ecuador la cifra llega solo a $1,5 anuales, es decir, en total, $25,26 millones.
En otras palabras, en el país se gasta nueve veces menos que en el resto de la región, a pesar de que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las afecciones psicológicas constituyen una pandemia silenciosa.
Esa pandemia si no se la ataca con más acceso a tratamientos y menos estigmas sociales, constituye un mal negocio para la economía de los países.
Menos salud mental, menos productividad laboral
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, no recibir la atención necesaria significa menos productividad laboral, más gastos en enfermedades relacionadas, e incluso menos ingresos y calidad de vida para la misma persona.
“El no poder acceder a un buen tratamiento psicológico o psiquiátrico puede reducir hasta en un 30% los ingresos durante la vida laboral y desatar varios conflictos familiares y sociales”, dice un estudio de esa institución.
Además, países como Ecuador, con bajísima inversión en salud mental, terminan gastando más por los problemas relacionados con pacientes con alcoholismo, violencia, enfermedades físicas agravadas por las dolencias mensuales, suicidios, entre otros.
La depresión no se toma en cuenta
Ana Carolina Olmos, psicóloga clínica, comentó que, según las últimas estimaciones de organismos internacionales, más del 40% de los adultos ecuatorianos tiene trastornos de salud mental, los cuales incluyen depresión, diferentes grados de ansiedad, fobias, desórdenes alimenticios, entre otros.
“La inversión debería comenzar con los niños y jóvenes. El tratamiento y diagnóstico temprano evita que las dolencias se agraven con los años y terminen en suicidios, como el reciente de un señor en Guayaquil”, acotó.
Ni los seguros privados cubren la salud mental
Una consulta psicológica o psiquiátrica cuesta en promedio $40, sin tomar en cuenta fármacos y otros gastos. Los tratamientos suelen ser largos, por lo que se necesita una inversión importante del presupuesto mensual de la persona o la familia.
En el sistema público, las opciones son escasas y nunca han sido parte de las prioridades en los servicios. Por otro lado, los seguros privados no contemplan a las enfermedades mentales dentro de sus coberturas.
Andrés Castro, de 30 años, comentó que múltiples situaciones a lo largo de mucho tiempo provocaron que desarrolle un s . No tratarse a tiempo le hizo perder oportunidades laborales y le provocó otros problemas de salud.
“El gasto, entre medicinas y citas con especialistas, puede superar los $200 mensuales. Ese valor representa un porcentaje importante de los ingresos de cualquier empleado medio en el país. Conozco muchos casos que dejaron de tratarse, por falta de tiempo, dinero y hasta prejuicios sociales. Cuando los ves parece que todo está bien, pero la procesión va por dentro”, puntualizó.
La prevención cuesta menos
El gasto en salud mental, desde el lado de la prevención e información, de niños y adolescentes podría llegar a costar $70 millones al año. Ese monto es mucho menor que las pérdidas de más de $200 millones anuales que las consecuencias que llegan por la falta de atención y de acceso a tratamientos en los adultos.
Esos $200 millones no incluyen los efectos que tienen los trastornos psicológicos y psiquiátricos en el desempleo y el absentismo laboral, por lo que los perjuicios de no invertir en prevención se pueden duplicar.
Antonio Ledesma, economista, puntualizó que siempre será la mejor inversión dedicar recursos a la salud, tanto mental como física de las personas.
“Esa es una de las bases para tener una fuerza laboral más productiva, e incluso que consuma más dentro de la economía. Al momento de evaluar la calidad del gasto público se debe tomar en cuenta que cada dólar en salud rinde tres veces más si se lo utiliza en donde más se necesita”, concluyó. (JS)
Los problemas de salud mental afectan a más de 300 millones de personas en América Latina.
La prevención en salud mental podría costar $70 millones anuales.
$200 millones anuales se pierden por falta de atención y de acceso a tratamientos en los adultos con problemas psicológicos y psiquiátricos.