La frontera norte se convirtió en un ‘oasis’ para los narcos de 4 países

MAPA ESMERALDAS

Al menos 12 organizaciones criminales se disputan el control del mercado de la cocaína. En Esmeraldas, asegura el OSCI, ya existen santuarios del crimen organizado y gobernanza criminal.

Inteligencia militar y el Observatorio Ciudadano de Seguridad Integral (OCSI) coinciden en el diagnóstico. La producción de la hoja de coca se elevó en los últimos dos años en Colombia y eso ha causado un cambio en la dinámica de los grupos criminales.

Según Inteligencia militar, hay cinco cosechas de la hoja de coca en la región del Pacífico sur de Colombia, frente a la línea fronteriza de Ecuador, cuando hace una década eran de dos a tres.

Esto ha elevado la producción colombiana de cocaína a unas 1.100 toneladas por año.

De ese total, gran parte pasa por Ecuador. El OCSI asegura que el 75% de esa producción sale por la zona costera del departamento de Nariño en Colombia y pasa hacia Ecuador. Inteligencia, en cambio, dice que por Ecuador pasan unas 450 toneladas, aunque OCSI cree que son más.

Entonces, la combinación del mejor rendimiento de las plantaciones y mayor producción de cocaína han convertido a la zona fronteriza en un sector apetecido por las bandas de narcotráfico mexicanas, ecuatorianas, colombianas y brasileñas.

Los investigadores de las FF.AA. han confirmado la presencia en la Frontera Norte de los carteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa. El primero trabaja con el Frente Oliver Sinesterra y el segundo con los disidentes del Frente 30 de las FARC y el Frente Urías Rondón, que serían disidentes del Frente 48 del mismo grupo narcoguerrillero.

La unión de los grupos que eran guerrilleros comunistas con el narcotráfico empezó con el cobro de ‘impuestos’ a quienes vendían la coca y a quienes producían la cocaína para enviarla al exterior. Eso fue reconocido por el mismo Raúl Reyes, quien fue el fundador del temido Bloque Sur y, luego, ‘canciller’. Ahora, para los investigadores no existe esa distinción ideológica de estas agrupaciones.

Inteligencia tiene plenamente identificado que el grupo criminal ecuatoriano los Tiguerones trabaja con el Frente Oliver Sinesterra y el cartel mexicano Jalisco Nueva Generación. Y ellos son los que lideran las actividades criminales en Esmeraldas, parte de la provincia y su capital.

El coronel William Calle, excomandante de Policía de la Subzona 8, antes de ser removido del cargo, aseguró que en Esmeraldas hay entre 3.000 y 4.000 miembros de los Tiguerones en los barrios de Esmeraldas y otros 1.500 en la cárcel de esa provincia.

Controles militares en Esmeraldas.

En sus declaraciones a la radio FM Mundo, que le valieron su traslado, aseguró que los Tiguerones “no son una bandita; son un cartel que se está formando, con una estructura que recluta”.

El OCSI cuenta con más datos en esa línea. A todos esos seis grupos que actúan en Nariño y Esmeraldas deben sumarse otros cuatro: el Cartel del Golfo, Ejército de Liberación Nacional (ELN), Comandos de la Frontera y Colectivo Insurgente. Este último es una combinación entre ecuatorianos con los narcos del ELN.

Otros dos grupos avanzan cerca de la frontera de Colombia con Ecuador, en el sector de Putumayo: Comando Vermelho y el Primer Comando de la Capital. Ambos son de Brasil.

La disputa por el control del paso de droga es feroz, dice el director del OCSI, el coronel (sp) Mario Pazmiño. El objetivo de estas agrupaciones es dominar los corredores que llevan a los puertos ecuatorianos, que es por donde finalmente sale la droga para distintos destinos.

Según OCSI, por el puerto de Esmeraldas sale el 3% de la cocaína que ingresa a Ecuador, por Manta el 35%, por Guayaquil el 52% y por Puerto Bolívar el 10%.

Por eso, los distintos grupos de narcotraficantes tienen más presencia en este sector y no distinguen el límite fronterizo. “Es un oasis. Todo el mundo viene a tomar agua, a cargar agüita y se lleva. Eso es lo que quieren hacer todos. Vienen a esta zona a tratar de obtener lo que más pueden”, señala Pazmiño.

Es más, la presión de los grupos criminales es tan alta que han conseguido, según los análisis de esta organización, crear santuarios. Estos, explica Pazmiño, son espacios territoriales bajo el control de una organización delictiva. Estos están en Mataje, San Lorenzo, y en la misma ciudad de Esmeraldas (ver infografía). Pero también en Imbabura y Sucumbíos.

Una de las características que ya tiene Esmeraldas es que empieza a formarse una “gobernanza criminal”. Esto implica la disputa del control Estatal por la ciudadanía, normas y seguridad. Esta es la peor alerta de este nuevo tiempo del narco en Ecuador, según Pazmiño.

“La población se mueve al vaivén de los dos actores. Si es más fuerte el Estado, entonces me pego un poco más. Si es más el otro grupo me pego al otro lado. Es una condición de indefensión total. Entonces, las personas solo tratan de subsistir, y la mejor forma de hacerlo es no hacer nada, no decir nada y pasar tranquilo. Eso es gobernanza criminal. Y eso se da en los santuarios que están reflejados”, detalla.

Esto explicaría la alerta del coronel Calle sobre la situación en la ciudad de Esmeraldas y la infección del narco en esa capital.

Coordinación de la FTC, en Esmeraldas.

No obstante, la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) Esmeraldas hace operativos para disminuir las extorsiones, robos, secuestros, desapariciones (se cree que es un reclutamiento forzoso para la guerra entre bandas), asesinatos y mantener el control estatal. Además de contener el incremento de la tasa de muertes violentas, que ya está en 63 por cada 100.000 habitantes (lo que convierte a Esmeraldas en una de las zonas más peligrosas del mundo). Hasta el momento se han contabilizado 413 muertos, cuando en 2021 fueron 98, según información gubernamental.

Los militares ya se han enfrentado en siete ocasiones con los narcos, según conoció este Diario. Las incautaciones de armamento y explosivos son habituales. Los controles en los barrios más peligrosos, también.

Allá esperan por las ayudas extranjeras, en especial vehículos blindados y mejor armamento, para una mejor movilidad, intervención y seguridad, y poder trabajar con mayor firmeza. (JC)

 

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