¿Es tiempo del diálogo con el sector privado?

El mecanismo de diálogo con la Conaie puede replicarse con otros sectores.

Empresarios y emprendedores van contracorriente para sobrevivir y crecer. Las reformas que han pedido durante años están pendientes. Hay preocupación por la ingobernabilidad en el sector privado.   

Un local a puerta de calle, un emprendimiento por necesidad, ofrecer servicios profesionales. También, haber tenido suerte, crecer y tener un par de locales o más. O una empresa que ya tiene más de 10 empleados. Todos ellos tienen algo en común: sufren de los mismos problemas para sobrevivir y, con muchísimo esfuerzo, crecer.

Estas personas, comerciantes, industriales, restauranteros, ganaderos, agricultores, y más, encuentran un duro mercado en el que compiten a diario, con pocos incentivos y con una alta carga de impuestos y aranceles. Pero también con bajas ventas, como sucedió en junio pasado.

Los gremios conocen de estos problemas y trabajan a tope para conectar a sus socios con el sector público, establecer enlaces para nuevos negocios, conocer de primera mano la realidad de la política que, así se crea lo contrario, afecta al aparato productivo.

No son momentos alentadores para el Gobierno, que ha bajado en sus cifras. La encuestadora Click, en su última encuesta de agosto, señala que la calificación de gestión de los tres máximos poderes del Estado está muy golpeada.

El presidente Guillermo Lasso tiene un 25,81% de calificación buena. La Función Judicial, 12,16%. Y la Asamblea Nacional, un escandaloso 8,63%. Pero esto no es todo, los partidos políticos tienen un 12,03% de calificación positiva.

Los emprendedores y empresarios también lo sienten así. La ingobernabilidad hace que ese grupo, los que representan a los más pequeños, estén en permanente alerta. Este Diario conoció, con fuentes del sector privado, que hay una profunda preocupación sobre las actuaciones de Guillermo Lasso frente a la poca capacidad de negociación con la Asamblea Nacional y un confuso enfoque de los alfiles del área económica.

Pese a que Lasso es un banquero y empresario muy bien valorado, y que en la campaña del 2021 su experiencia pesó para considerar que puede ayudar al aparato económico del país en una de las épocas más duras a raíz de la pandemia, no hay conexiones fuertes con la gran amplitud del sector privado.

De hecho, las apariciones públicas de los líderes gremiales son escasas, mesuradas y comúnmente, alertan de los desvíos que pueden hacer más daño a un sector que quiere crecer, como por ejemplo dar paso al control de precios o poner trabas a los futuros acuerdos comerciales.

Ellos no han participado en mesas de diálogo formales como las tiene el movimiento indígena. Aunque se ha mejorado la consulta para cambios normativos y hay, incluso, consejos consultivos con el sector privado.

Pero las transformaciones estructurales que han pedido desde hace varios años siguen sin atención. Por ejemplo: reforma tributaria que favorezca la competitividad y la reforma laboral para la generación de empleo (actualmente hay un 32% de empleo adecuado).

Tampoco se entiende, dicen en el sector privado, que no haya una definición clara acerca de privilegiar la reducción del déficit o hacer obra pública.

Por eso hay voces en el sector productivo que consideran que el tiempo en este periodo gubernamental se agotó para esos cambios de fondo.

Sin embargo, el Gobierno está probando una válvula de escape que puede ser un mecanismo efectivo para tratar asuntos puntuales: diálogo con vigilancia de especialistas nacionales e internacionales. Lo hace ahora mismo con el movimiento indígena y pudiera aplicarse para el privado.

Y también considerar que el último trimestre del año es una oportunidad para ayudar a emprendedores y empresarios por las onerosas pérdidas de junio. (JC)

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