Cerca de 10 millones de ecuatorianos no pueden financiar su consumo o su emprendimiento con un crédito formal; esto aumenta la informalidad y pobreza.
“El bajo nivel de ahorro y el limitado acceso al crédito han creado un círculo vicioso para las personas donde se ven atrapadas y no pueden salir de la pobreza”. Así, Patricio Chanabá, director ejecutivo de la Asociación de Instituciones de Microfinanzas del Ecuador (Asomif), explicó cuál es una de las razones de fondo para los altos niveles de informalidad y bajos ingresos en la economía ecuatoriana.
A pesar de que el acceso al crédito se ha duplicado en la última década, apenas el 23% de los ecuatorianos puede financiar de manera formal su consumo y su inversión. Eso significa que cerca de 10 millones de personas no pueden financiar consumos o emprendimientos.
Asimismo, alrededor del 90% de los ecuatorianos en edad de trabajar no ahorra.
De acuerdo con Chanabá, el país es uno de los más rezagados en América Latina con respecto a la inclusión financiera y eso impide el crecimiento económico.
“El acceso al crédito, junto con otros servicios financieros, mejora los ingresos de las personas y de las empresas. Amplía las posibilidades de inversión en educación, salud y emprendimiento”, puntualizó Chanabá.
En este contexto, todo apunta a que es urgente que se empiece a hablar de cómo abrimos el camino para liberalizar las tasas de interés, con el objetivo de financiar a más microempresas y emprendedores.
Ecuador, con un 33% del Producto Interno Bruto (PIB), es el tercer país de América Latina con el menor nivel de crédito en toda su economía.
Medidas técnicas
Pablo Arosemena, ministro de Economía, aseveró que el mundo del dinero barato se acabó y el costo del fondeo para la banca se incrementó de manera importante.
“Por esto, se deben tomar medidas técnicas a nivel local que permitan avanzar hacia una liberalización de las tasas de interés. El objetivo es que puedan reflejar mejor el costo de fondeo y los riesgos asociados. Al final, se debe apuntar a tener una mejor inclusión financiera y reactivar la economía”, dijo.
De esta forma, llegó la hora de buscar la vía de salida al sistema político de techos a las tasas de interés porque, de lo contrario, nos tomará al menos 30 años tener apenas un 40% de adultos ecuatorianos con acceso al crédito.
“Si se liberalizan las tasas para que las instituciones puedan modificarlas de acuerdo con el riesgo del cliente, más ecuatorianos invertirán. Se reducirá el alto número de negocios informales y los ingresos mejorarán. Más opciones de financiamiento aumentan los ingresos y el ahorro”, explicó Carla Mendoza, economista y emprendedora.
¿Cómo iniciar?
Una vía para liberalizar el mercado de crédito es que las tasas se fijen bajo un sistema de bandas, donde los costos fluctúen de la mano de los niveles de liquidez y la actividad económica.
Además, debe haber la flexibilidad para que se analice caso por caso, y se asigne un costo relacionado con la viabilidad, riesgo y capacidad de pago de cada cliente.
“Algunas tasas pueden bajar y otras subir, pero todo debe ocurrir bajo la lógica de captar nuevos clientes, es decir, de propiciar una efectiva inclusión financiera porque la contraparte maligna es el chulquero. Si esa gente no accede al sistema formal tendrá que buscar quién le preste, y no será al 20% anual, sino que caerán en el chulco donde le darán $100 en la mañana y le cobrarán $5 al final de la tarde”, acotó Mendoza.
A eso, se debe sumar, como ha dicho Carlos Cobo, director ejecutivo del Instituto de Economía Política, la simplificación y flexibilización de las normas, a través de reformas al Código Monetario y Financiero, para impulsar la competencia de la banca extranjera en Ecuador.
El país debe aprender de los malos ejemplos internacionales para evitar repetir errores. Así, por ejemplo, Verónica Gavilanes, gerente general adjunta de BancoSol-Bolivia, puntualizó que la Ley de servicios financieros en ese país impidió que miles de personas accedan al sistema bancario mediante una combinación de restricciones políticas y poca flexibilidad.
Por eso, Bolivia y Ecuador están entre los países de América Latina con más altos niveles de informalidad y precarización laboral. (JS)
Los requisitos rígidos y la no liberalización de tasas de interés han contribuido a que más del 70% de ecuatorianos no acceda a financiamiento cuando tiene una emergencia.
«Por causa de los techos de tasas de interés, el monto promedio del microcrédito pasó de $1.223 a $5.255. Se multiplicó más de 4 veces cuando en realidad los clientes de este segmento requieren montos más pequeños y están quedando fuera del sistema financiero formal. Los controles a las tasas son medidas de represión financiera.»,
Andrea Villareal, directora del departamento económico de la Asociación de Bancos Privados (Asobanca).
«Perú tenía un sistema controlado de tasas de interés en los ochenta, en 1991 se liberaron las tasas de interés y, por 30 años, eso permitió el crecimiento del país. Pero, con el control de precios vigente desde 2021, el crédito se volvió más caro y produjo un incremento de la exclusión financiera», Jorge Mogrovejo, Superintendente Adjunto de Banca y Microfinanzas de Perú.