La caza ilegal de animales silvestres altera la selva y la vida de los habitantes de comunidades indígenas 

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Los primates son una especie en peligro, según las autoridades de control. (Foto: NT)

La caza de animales silvestres para consumo ha provocado una disminución significativa de la fauna en el Tena. Esto altera el ecosistema y la forma de vida de las comunidades indígenas que habitan en la zona. Lea ese informe. 

«Extraño los alimentos que teníamos antes. Nuestros abuelos se alimentaban de la comida de la selva, que hoy en día es muy difícil de conseguir». Son las palabras de Meliza Andy, miembro de la comunidad Sinchi Warmi en Misahuallí. Ella comenta que, históricamente, su comunidad ha consumido animales silvestres que han sido su alimento fundamental por años. Sin embargo, los tiempos han cambiado.  

Actualmente, las comunidades ya no viven rodeadas de tanta naturaleza. Hace 15 años, el entorno comenzó a cambiar y sus recursos disminuyeron. Ahora los indígenas dependen más de los alimentos de la ciudad y solo pueden cazar pequeños roedores como cuyes del monte, conejos y ratones de campo. 

“Tener una comida de la selva es un banquete para nosotros, porque gracias a eso nuestros abuelos y padres vivieron sanos. Hoy en día es muy difícil recuperar esos recursos”, asegura Andy. 

Otro de los problemas que enfrentan las comunidades en relación con este tema es la percepción y los comentarios de las personas ajenas a las comunidades. «La gente cree que matamos por matar, nos apunta de mala manera, cuando eso ha sido el alimento para nuestro buen vivir”, indica Andy. 

El Código Orgánico Integral Penal estipula que las comunidades indígenas son las únicas que pueden beneficiarse de los animales silvestres, siempre y cuando sea para la subsistencia de sus familias. 

Además, a lo largo de los años, ellos han identificado formas de caza que les permiten mantener vivas sus costumbres sin dañar el entorno en el que viven. «La gente indígena ya reconoce visualmente qué animal es, por la textura del cuerpo y los colores del pelaje. Nosotros observamos que en una manada hay ciertos machos y hembras, y así seleccionamos al animal”, describe Andy. 

Aunque la caza sigue siendo una costumbre en las comunidades, ya no se encuentra la misma cantidad de animales.  A veces no se caza nada. A pesar de sus esfuerzos por mantener esta tradición, los problemas ambientales y la caza externa afectan sus rituales y su estilo de vida, ya que estos animales eran su principal fuente de alimento. 

En el 2020, el Instituto Leibniz para la Investigación Zoológica y de Vida Silvestre (Leibniz-IZW) estableció que la caza ilegal de animales representa un mayor riesgo para mamíferos y aves que la degradación forestal. El 87% de los animales cazados para comercialización proviene de mamíferos, principalmente del pecarí de cuello blanco o huangana, la guanta, el venado colorado y el sajino. En menor cantidad se encuentran carnes de mono, armadillo, tortuga, serpiente y ciertos peces.  

Orellana, Pastaza y Zamora Chinchipe son las provincias donde más cantidad de animales silvestres se comercializa, menciona el teniente Rafael Andrade, agente de la Unidad de Protección de Medio Ambiente (UPMA). Sin embargo, existe presencia de comercio de vida silvestre también en Napo. Durante esta investigación, se recorrieron tres lugares de esta provincia: Tena, Puerto Misahuallí y Archidona, donde presuntamente se vendía este tipo de carne.  

En los dos últimos lugares, esta actividad parece haber disminuido. “Aquí ya no se puede conseguir esas carnes. Antes se vendían y se podían conseguir en las comunidades, pero en la ciudad ya no. Como los animales están en extinción, está prohibido. Si alguien los vende, puede meterse en problemas”, menciona una comerciante de Puerto Misahuallí que prefiere no dar su nombre.  

De hecho, el artículo 247 del Código Orgánico Integral Penal dice que aquellas personas que cacen, se beneficien o comercialicen especímenes o sus partes serán sancionadas con una pena privativa de libertad de uno a tres años. 

En Tena, por otra parte, la comercialización de animales silvestres continúa a pesar de este decreto. En el mercado ‘La Feria’, algunos vendedores señalaron que en dos puestos presuntamente expenden carne de guanta. “Se vende a ciertas personas con reserva, porque se trae de contrabando”, reconoció otra comerciante a fines de junio. Además, mencionaron que muchos de los productos “los traen de contrabando desde Coca”, San Pedro de Sumino o el Yasuní, ya que en la zona “ya no hay animales para cazar”. 

“En Tena y Archidona, los animales grandes ya no se ven. Lo único que consumen en algunas comunidades son estos ratones de campo. Tienes que caminar 5 a 6 horas para poder encontrar un animal, cuando antes estaban relativamente cerca”, asegura Juan Betancourt, técnico de Wildlife Conservation Society.  

Tráfico de animales silvestres es una actividad lucrativa 

El tráfico y venta ilegal de animales son, después del tráfico de armas y de drogas, la tercera actividad ilegal más lucrativa. “Los delitos ambientales mueven [mucho] dinero … y las penas de privación de libertad son más bajas”, afirma el teniente Andrade.  Esta situación ocurre también a nivel mundial de manera exponencial. Según estimaciones de las Naciones Unidas en 2022, el tráfico de vida silvestre genera entre 7 y 23 mil millones de dólares anuales. 

Sin embargo, el lucro no es siempre el único motivo detrás de esta actividad. Las personas interesadas en el tráfico de animales se aprovechan de las comunidades indígenas que carecen de recursos suficientes y les ofrecen estudio, trabajo, agua, luz o comida a cambio de trabajar en las tierras y entregarles los animales, asegura el teniente Andrade. Estas comunidades aceptan porque también buscan el bienestar de sus familias. “El tema de los delitos ambientales y del deterioro del ambiente surge también por los problemas económicos de las personas”, reconoce el teniente del UPMA. 

Uno de los mayores decomisos de carne de animales silvestres realizado por la Unidad de Protección del Medio Ambiente tuvo lugar en 2020, con un total de 313 kg. En 2023 se decomisaron 162 kg, y entre enero y junio de este año, se retuvieron 96 kg. Aunque se ha observado una disminución en los decomisos, esto también está relacionado con la reducción de especímenes en la zona. 

Este delito prevé una pena de privación de libertad para los involucrados, multas y reparaciones integrales dependiendo de la vulnerabilidad del animal cazado. En 2023, 12 personas fueron sentenciadas por el delito de tenencia ilegal y transporte de fauna silvestre en Sucumbíos. Los procesados recibieron un año de pena privativa de libertad, una multa equivalente a tres salarios básicos y una reparación integral de 1.100 dólares entre todos los infractores. 

Hay un alto riesgo de extinción de especies silvestres  

De acuerdo con la Lista Roja de los Mamíferos del Ecuador 2021, 137 especies están amenazadas de extinción, lo que representa el 30% de la diversidad de mamíferos conocidos hasta ahora. En esta lista se encuentra la guanta, el venado colorado y el armadillo. 

Además, la mitad de las especies de primates en el país enfrenta algún grado de amenaza, mientras que el otro 50% se considera «casi amenazado», informó el Grupo de Estudio de Primates del Ecuador (GEPE) en 2023. De las 21 especies registradas, 11 están clasificadas como «vulnerables», «en peligro» o «en peligro crítico». Dos grupos de monos ecuatorianos, el mono capuchino y el mono araña, figuran entre las 25 especies más amenazadas del mundo.  

Todos los animales silvestres desempeñan roles fundamentales en el desarrollo del ecosistema. La ausencia de una especie altera el funcionamiento y las interacciones del entorno. Esto potencialmente provoca cambios irreversibles que afectan a todas las especies dependientes de los servicios ecosistémicos. 

La caza de animales en un ecosistema altera su cadena alimenticia y desequilibra el funcionamiento general. Esto afecta tanto a las especies cazadas como a las plantas, presas y depredadores, lo que puede conducir al aumento del número de ciertos animales no deseados. En las comunidades del Tena se ha observado un aumento de los ratones de campo. Estos roedores se alimentan de las yucas que producen los habitantes lo que supone un problema para la comunidad. 

La disminución de herbívoros clave, como venados y guantas, afecta la densidad de la vegetación y al tener un papel de presa puede alterar la dinámica de los depredadores. Los mamíferos como armadillos y monos, esenciales para la dispersión de semillas, son cruciales para la regeneración del entorno; su disminución puede impactar negativamente en la vegetación y en la salud general del ecosistema, menciona el biólogo Javier Sánchez para Ecología Verde.  

Además, según la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes que afectan a los seres humanos provienen de animales. Por lo tanto, es crucial prestar atención a las implicaciones para la salud pública del comercio ilegal de animales silvestres y el aumento del riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas. 

Protección legal a la vida silvestre

Los animales silvestres están protegidos por diversas leyes, entre ellas la Constitución en los artículos 71 y 73, el Código Orgánico Integral Penal en el artículo 247, el Código Orgánico del Ambiente (COA) en el artículo 85, y el tratado internacional de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Además, en 2022, la Corte Constitucional reconoció a la vida silvestre como sujeto de derechos de protección. Como esta protección está manifestada en varios documentos, la Unidad de Protección del Medio Ambiente opera para preservar y disminuir el riesgo de extinción de estos animales.  

LA HORA LAB: Nathalie Tomalá Calderón – USFQ