Recuperar los valores y depurar a la dirigencia de los partidos políticos son pasos fundamentales para erradicar la corrupción de las instituciones en el Ecuador. En las elecciones presidenciales y de asambleístas 2025 los ecuatorianos tendrán una nueva oportunidad de transformar al país.
La democracia en el mundo se encuentra ante un importante reto, no sólo en Ecuador, sino en el mundo. Según el último estudio del Barómetro de las Américas, que cerró el 2023, la confianza en las instituciones públicas viene en descenso.
Esto se evidencia en buena parte del continente. En comparación con América Latina y el Caribe, la confianza en las elecciones se ubica en el 39%, mientras que en Ecuador se encuentra en 26%.
El poder Legislativo en Ecuador, hasta el año 2023, se ubicaba en el 22%, mientras que en el continente la confianza estaba en 32%.
Los partidos políticos están en una peor posición. En América Latina, apenas un 20% de los ciudadanos confía en estas organizaciones, mientras que en el Ecuador cae al 14% en el 2023 y en este año las cosas se mantienen igual.
En un estudio de la encuestadora Click Report de abril del 2024, los partidos políticos ecuatorianos apenas tenían una aprobación del 16,68%.
Uno de los síntomas más evidentes de la crisis en el sistema democrático está en el estado de los partidos políticos, la falta de confianza, la poca militancia, la ausencia de formación de sus cuadros y, en Ecuador, la relación de algunos de sus miembros con el crimen organizado obliga a estar alertas y revisar a la casta política que hoy trata de apoderarse del país.
¿Qué es la casta política?
El término casta tiene varias definiciones. Según la RAE, “en algunas sociedades, grupo que forma una clase especial y tiende a permanecer separado de los demás por su raza, religión, etc.”.
En la política, el término se utiliza en muchos casos para referirse al opositor y en otros para designar a quienes hacen uso del poder para beneficiar sus intereses y no los del colectivo.
La académica y articulista de LA HORA, Sofía Cordero, señala que “la casta política tiene un significado histórico, que se refiere más a la sociedad de castas”. Asegura que “el término quedó para referirse a las divisiones negativas, que no permiten una igualdad de derechos y son antidemocráticas”.
Desde este punto de vista, la casta política en la actualidad son esas élites que se comportan como grupos privilegiados que gobiernan para sus propios intereses.
Oscar Terán, analista y activista político, coincide con la idea de Cordero y va más allá, al señalar que “el grave problema del Ecuador está en una casta política que se origina con los partidos políticos a través del sistema democrático, desde la década del 80, y donde establecieron una serie de normas y protecciones con el objetivo de que no regresarán las dictaduras”.
Para Terán, la casta política en Ecuador se ha convertido en un sistema monopólico, donde son los únicos espacios posibles para hacer política. “Le quitaron al ciudadano el derecho más elemental que tiene, que es a elegir y ser elegido”.
El analista advirtió que es este monopolio lo que ha llevado a corromper el sistema. “Por ser un monopolio de largo tiempo, que crea una serie de corruptelas infinitas. Eso pasa en Ecuador”.
Por su parte, Joselo Andrade, director ejecutivo del Instituto Ecuatoriano de Economía Política (IEEP), reiteró que en Ecuador la casta política la conforman “aquellos que lucran del status quo, de la falta de reformas y cambios necesarios para el país”.
Los caracterizó como “aquellos beneficiarios del sistema que operan dentro de él y que están dispuestos a defenderlo”, y por los que dice Ecuador “ha caído en un inmovilismo que no permite los cambios que son necesarios, urgentes e importantes para el desarrollo del país”.
Recomiendan rechazar a los líderes mesiánicos en la política de Ecuador
La gran pregunta para la sociedad ecuatoriana es: ¿cómo transformar a la casta política?.
En el país, las clases políticas y los dueños de los partidos políticos se han convertido en uno de los mayores obstáculos para cambiar a la nación, por lo que la necesidad de transformarla o renovarla se hace cada día más necesaria.
En este sentido, Andrade considera que lo primero que debemos revisar son los “elementos en común que tienen las sociedades que han llegado a prosperar, no preguntándonos qué hacen ahora que son ricas; sino más bien, qué hicieron para llegar a convertirse en sociedades prósperas”.
El director ejecutivo del IEEP destaca que una de las claves es “rechazar la idea de líderes mesiánicos que salvarán a la patria, o de autoritarismos necesarios para componer al país”.
Dejó claro que al desarrollo no se llega con atajos: “La prosperidad es el resultado de una tarea que falta por hacer en el Ecuador, y que pasa por la sustitución de unas ideas colectivistas – paternalistas fallidas por otras (liberales) que ya han mostrado resultados en otras latitudes”.
Cordero, en cambio, considera que la idea de las castas o élites no es mala “per se”, “porque la élite política es necesaria y puede surgir desde abajo, desde sectores populares, y puede surgir de la clase media o puede surgir de la misma élite”.
Para la académica, el principal ingrediente para que una élite política tenga una carga positiva es “que tenga un comportamiento democrático e ir de la mano con esto del pensamiento liberal, que es la igualdad ante la ley y la igualdad de oportunidades”.
En este sentido, afirma que se debe gobernar para el bien común y no para los intereses privados.
Oscar Terán, por su parte, indicó que la actual situación que vive el Ecuador debe llevar a la ciudadanía a pensar y reflexionar en la “construcción de una élite, de una estructura que se forma de manera natural, entre la muchedumbre y el poder, donde hay una parte intermedia que son los mejores de los mejores”.
Emuló la política con la conformación de una selección nacional de fútbol, en la que deben participar los mejores por sus méritos y sus resultados: “Los mejores tienen que encargarse de dar el ejemplo y de impulsar al país”. (ILS)
Retomar la ética y los valores
El académico y activista Oscar Terán destacó, además, que es el momento para retomar la idea de la ética y los valores en el Ecuador.
“Hay que poner a la ética por delante de todo y encontrar líderes que tengan afán de sacrificio, que no quieran poder, que no quieran mandar, que no quieran riqueza, personas dispuestas al sacrificio, como eran los líderes de antes”, sentenció.
Apuntó que, en la actualidad en Ecuador, él único liderazgo que muestra algunas de estas características es Diana Salazar: “La única figura que me parece que tiene un futuro, un porvenir de provecho en política, es la actual fiscal general, Diana Salazar”.