260 años le tomará a Ecuador conseguir igualdad económica entre hombres y mujeres

REALIDAD. La pandemia complicó aún más la economía de las mujeres, quienes perdieron sus trabajos y tienen menos acceso a créditos.
REALIDAD. La pandemia complicó aún más la economía de las mujeres, quienes perdieron sus trabajos y tienen menos acceso a créditos.

La pandemia aumentó 60 años, aproximadamente, la igualdad financiera entre hombres y mujeres. Como muestra, cerca de 2 millones de ecuatorianas están subempleadas.

Las niñas que nacen en 2021 no verán -incluso en sus años de vejez- una sociedad justa y con igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

En el mejor de los casos, solo sus tataranietas, es decir, tres generaciones después, tendrán la posibilidad de ganar igual que los hombres y acceder a los mismos niveles de empleo formal y puestos directivos.

Según el Global Gender Gap Report, que comparte estadísticas que están diseñadas para medir la igualdad y desigualdad de género, la pandemia incrementó la llamada brecha económica de género. Antes de la actual crisis, se proyectaba que, a nivel mundial, tomaría 99,5 años que los ingresos y las condiciones laborales se equiparen, pero ahora se estima 135,6 años.

En el caso de Ecuador, el deterioro es mayor. El estudio establece que el país descendió del puesto 74 al 81, entre 135 economías analizadas. Pasó de menos de 200 a 260 años. Las principales causas son los bajos niveles de empleo formal y el creciente emprendimiento precario entre las ecuatorianas.

Precariedad laboral para las mujeres

De acuerdo con el Global Gender Gap, la desigualdad entre hombres y mujeres no se terminará antes de 267,6 años. “Ninguna de nosotras vivirá para verlo, tampoco nuestros hijos”, sentencia el informe.

Daniela Orellana, diseñadora y microempresaria, comentó que no solo ganan menos, sino que además las rigideces del mercado laboral provocan que tengan empleos informales, sin seguridad social, sin estabilidad, y -en algunos casos- en medio de entornos de violencia.

“Todavía no hay la suficiente consciencia de la situación. En promedio, recibimos casi $900 menos al año que los hombres. Conseguir un crédito como microempresaria, o como jefa de familia, es una tortura burocrática”, dijo.

De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), siete de cada diez mujeres con empleo, es decir, alrededor de 2’404.267 de ecuatorianas, están subempleadas, con labores no remuneradas del hogar u otras modalidades precarias.

A eso se debe sumar más de 258.000 están desempleadas y, alrededor de, 900.000 son ninis, que no estudian ni trabajan.

La crisis en la educación profundiza el problema

El cierre de escuelas y guarderías, además de obligar a más mujeres a asumir más horas de trabajo no remunerado del hogar, también aumentó el número de niñas y adolescentes que desertaron de la educación.

Esas deserciones, según ONU Mujeres, representan más mujeres en el futuro con empleos e ingresos precarios. Además, la economía del país en su conjunto perderá alrededor del 2% al 3% del Producto Interno Bruto (PIB), o hasta $3.000 millones anuales por los vacíos y falencias educativas.

Ana Patricia Muñoz, directora del Grupo Faro, apuntó que el presupuesto para educación se redujo en más de $900 millones en medio de la pandemia. En este contexto, el actual Gobierno debe evaluar bien en qué está gastando y en qué no, con el fin de no ahondar más los problemas sociales.

¿Cuál es la solución?

El problema de la brecha económica de género no tiene una solución rápida ni fácil. ONU Mujeres recomienda que un primer paso es avanzar hacia un pacto fiscal de los gobiernos que tome en cuenta las necesidades de las mujeres.

En decir, la sociedad y las autoridades deben sentarse a establecer cuáles son las prioridades de gasto público y las metas a mediano y largo plazo. Esto incluye reforzar el financiamiento de políticas con foco en las mujeres durante y después de la pandemia; garantizar un ingreso básico de emergencia a mujeres en situación de pobreza e invertir en la economía del cuidado.

El financiamiento también es clave, según informes del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por ello, estos entes apoyan acciones como la Iniciativa de Financiamiento para Mujeres Emprendedoras (We-Fi), que desde 2017 ha alcanzado a 130.000 mujeres de 60 países, incluyendo a Ecuador.

Estudios de estos multilaterales indican que las mujeres son mejores sujetos de crédito que los hombres.

“Aunque la mujer invierte un 50% menos de capital que sus pares masculinos, logra un 20% más de ingresos”, dice un reporte del BID.

Creciente vulnerabilidad financiera

Un 60% de mujeres, en promedio, no podría seguir cubriendo sus gastos por más de tres meses al perder su principal fuente de ingresos, en comparación con el 55% de los hombres, según un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) en Brasil, Colombia, Ecuador y Perú.

Ante la pregunta: “¿Si usted enfrenta un gasto imprevisto hoy, equivalente a su ingreso mensual, sería capaz de cubrir estos gastos sin requerir a un crédito o préstamo de familiares o amigos?”, solo el 37% de las mujeres respondió que sí.

En este contexto, el emprendimiento -pequeños y medianos- es un ‘chaleco salvavidas’, con un alto potencial de seguir con un acelerado crecimiento.

Un estudio de IPSOS, publicado en enero de 2021, menciona que tres de cada diez personas que han comenzado un negocio en el último año no tenían la intención de crear uno, pero la pandemia los motivó a hacerlo. Las mujeres y los grupos de población con menos ingresos están entre quienes más emprendieron.