Ríos de Quito arrastran contaminación a la Costa y a Galápagos

En los ríos Machángara y Monjas se detectaron residuos de COVID-19. (Foto EFE)
En los ríos Machángara y Monjas se detectaron residuos de COVID-19. (Foto EFE)

Los ríos capitalinos con heces humanas y animales impactan en la producción agrícola y en la salud. Además, contaminan otras provincias, como Esmeraldas.

“Baja por una tubería, pasa por debajo de tu casa, pasa por debajo de tu familia. Llega a un río, la bebe el pastor, la beben las vaquitas, riega los campos. Llega al mar, la beben los pececillos que tú te comes”, dice la canción ‘Mi agüita amarilla’ de la banda española Los Toreros Muertos. Esa estrofa también describe bastante bien el recorrido e impacto de las aguas residuales que no son depuradas. 

En Quito, este tipo de líquido solo se trata en un 3%, confirma Othón Zevallos, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps).

El dato es alarmante, admite el docente e investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), Antonio Machado.

El investigador agrega que la ciudad solo cuenta con una planta de tratamiento: la de Quitumbe, que tiene capacidad para depurar las aguas de 75.000 habitantes. Esto quiere decir que “no es capaz de cubrir las necesidades de una ciudad capital que tiene tres millones de personas”.

Consecuencias sanitarias

El impacto de no tratar los contaminantes que se vierten en los ríos de la ciudad se analizó en USFQ. Ahí, los investigadores concluyeron que los 18 ríos de la capital están contaminados “no solo con microorganismos, sino también con metal y otros componentes químicos que están fuera de lo estipulado por Ley”, señala Machado.

La Secretaría de Ambiente maneja parámetros que permiten establecer que el agua de un río cumple con criterios de calidad.Así, un litro de agua debe contener un máximo 0,3 miligramos (mg/L) de grasas o aceites, para ser apto para el consumo.

Esto dista mucho de lo que ocurre en los principales ríos de la ciudad, donde la contaminación está muy por encima de esa medida. El Machángara, presenta 12,8 miligramos por litro, el Monjas 16 mg/L y el Guayllabamba 10,5 mg/L.

Falta presupuesto

Zevallos indica que existen “tres grandes proyectos” para tratar las aguas contaminadas. El primero y más grande es el de la planta Vindobona, que está definido, pero depende de un financiamiento muy importante. “Para la obra se necesitan alrededor de mil millones de dólares que, obviamente, no lo tiene ni la empresa ni la ciudad”.

Para poner en marcha esta planta se gestiona una alianza público-privada.

Por otra parte, la Epmaps ha conseguido un crédito no reembolsable de $800 mil desde el Banco de Desarrollo de América Latina. Ese monto servirá para los estudios y los diseños de una planta de tratamiento en Tumbaco, “con miras al posterior financiamiento de las obras”, detalla Zevallos.

Además, la empresa busca financiamiento para un proyecto que limpie las aguas de los ríos en el Valle de Los Chillos.

“Si se concretarían estos tres proyectos, prácticamente pasaría la Epmaps de un 3% a un 98%”, dice Zevallos. Sin embargo, la gestión del alcalde Santiago Guarderas, terminará en 2023.

“Lo importante es dejar cerrado el financiamiento y las autoridades que vengan podrán continuar esos proyectos. Si no hacemos nada hoy día, si no hacemos esos estudios (…) eso nunca se hará”, agrega el gerente de Epmaps.

Soluciones posibles

Mientras el Municipio busca financiamiento para las grandes obras, las aguas servidas siguen contaminando los ríos, afectando la vida en la capital y contaminando las aguas de provincias de la costa, como Esmeraldas.

Zevallo menciona que los efectos de las aguas servidas en Quito son tan graves que incluso generan un impacto en la zona de Galápagos.

Machado dice que una acción a corto plazo sería dividir la responsabilidad por las fuentes de contaminación. “Mientras no haya la posibilidad de establecer una red de tratamiento de aguas residuales, por toda la capital, una acción es identificar las fuentes de contaminación a nivel industrial, agrícola y de la actividad de las personas día a día y filtrar parte de las fuentes contaminantes”.

Una primera medida, según el experto, sería crear una ordenanza que haga que las industrias textiles, de carne y otros productos hagan un tratamiento previo antes de descargar sus residuos.  Mientras, en el área agrícola se deben incentivar medidas para que los procesos de fertilizantes sean más degradables “para minimizar el impacto”.

Agrega que gran parte de las aguas residuales pueden ser reutilizadas y aprovechadas para riego en zonas agrícolas. Sin un tratamiento, en cambio, se convierten en un atentado para la salud y el ambiente.

Los más vulnerables

Las personas vulnerables cuyas actividades recreativas se concentran en los ríos o que se encuentran en sitios donde el agua potable sigue siendo una deuda pueden experimentar graves daños a su salud al recibir las aguas no tratadas desde Quito. Es el caso de Esmeraldas, donde se estima que más de 200 barrios no tienen acceso suficiente a agua segura y se abastecen de tanqueros.

“Enfermedades gastrointestinales, diarreas masivas (…) estos organismos en el agua, a largo tiempo, empiezan a presentar resistencia a los medicamentos”, advierte el investigador. Posteriormente, habría problemas de hígado, riñones y la toxicidad por metales podría aumentar, en 20 o 50 años, los casos de cáncer.

En los ríos de Quito se ha detectado Escherichia coli y coliformes (bacterias fecales humanas y animales) además de químicos y metales (cobre, zinc, aluminio, hierro y manganeso). (AVV)

“Mientras no haya la posibilidad de establecer una red de tratamiento de aguas residuales, una acción es identificar las fuentes de contaminación y filtrar parte de las fuentes contaminantes”.

Antonio Machado, docente e investigador del Instituto de Microbiología de la Universidad San Francisco de Quito.

A escala nacional los ríos Guayas y Machángara son los más contaminados

Quito tiene una cobertura de:

Agua potable, 99%

Alcantarillado, 98%

Tratamiento de aguas residuales, 3%

 La única planta de tratamiento de Quito depura el agua de 75.000 habitantes, cuando la ciudad tiene 3 millones.