¡Ya no saben qué inventar!

LUIS COELLO KUON YENG

El Ministerio de Salud Púbica forjó sin justificación y sin el debido consenso, un Acuerdo Ministerial 00098-2020 publicado en el Registro Oficial 127 de123 de enero de 2020, en el que reglamenta la receta médica y, de forma particular, la prescripción de antibióticos. Básicamente, siendo los puntos más críticos los siguientes: 1) Que los médicos deben obtener una autorización anual para prescribir antibióticos. 2) Que la receta de antibióticos incluya por escrito todo el contenido de efectos indeseables y signos de alarma.

3) Que se vigile en los consultorios para ver si se cumple la norma (habrá que hacer recetas por duplicado para guardar la evidencia). 4) Que cuando se use más de un antibiótico, se haga la misma rutina por cada uno. 5) Señalan la obligatoriedad de colocar -además del número del famoso registro- el Código Internacional de Enfermedades ‘CIE-IO’ para justificar el porqué se emplea un antibiótico, es decir, colocar en la receta el diagnóstico que señale el enfermedad infecciosa que justifique el uso de antimicrobianos, sobre todo antibacterianos.

Para ser sincero lo único que esto generará es el uso de más papel (sábanas de papelería) que no tendrá razón alguna. Pretender mejorar la vigilancia del uso de antimicrobianos sobre todo de medicamentos que combatan las infecciones bacterianas a través de más burocracia, pero no se menciona nada al respecto de la vigilancia del dispendio -sin receta- en las farmacias de todo el territorio nacional.

No se desarrollan planes de socialización, capacitación y sobre todo de educación a la ciudadanía que, el uso indiscriminado, el abuso y automedicación, la venta de estos medicamentos sin una justificación médica sustentada en el criterio clínico o microbiológico, genera resistencia por partes de las bacterias a los antibacterianos.

Este inconveniente crea un problema enorme de salud, ya que los recursos en cuanto a fármacos antibacterianos se reducen y lo peor es que aquellos que deben ser utilizados en su mayoría no están al alcance por su uso exclusivo de unidades médicas especializadas y por su alto costo económico. Pretender controlar la receta de médicos para evitar la resistencia de las bacterias es, en mi opinión, algo que carece de sustento técnico y de hasta lógica.

En vez de gastar 2.5 millones de dólares en circos sería mejor educar a la población que la gripe o los trastornos virales más en época de coronavirus, no se curan con antibacterianos. Menos mal esto fue derogado.

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