¿Y lo económico?

Los precios en los mercados locales se encarecieron desde la caída de ceniza del volcán Cotopaxi, el cierre de carreteras y la sequía en varias zonas agrícolas. Las empresas, familias y ciudadanos empiezan a sentir un incremento progresivo en sus bolsillos que parece anticipar un escenario de mayor irritación popular. La inflación y la caída del precio del petróleo son factores que aumentan la inestabilidad del país pues disminuye la liquidez y las opciones para acceder a nuevos créditos. Faltan inversiones y el comercio exterior sigue en suspenso.


La propaganda ya no cabe para esconder una crisis abierta en varios frentes y convencer con más demagogia inescrupulosa. Ahora, la política de represión y persecución está obligada a ceder algunos puntos pues pronto alguien tendrá que rendir cuentas por el gasto público de los últimos nueve años. Entonces ¿por qué aún no disminuye el gasto y continúa la política de dependencia pública? ¿Acaso no se van a reducir la cantidad de ministerios y secretarías innecesarias? ¿El extractivismo de recursos naturales persistirá pese a todo el reclamo? ¿No se realizará un plebiscito para consultar sobre las enmiendas a la Constitución? ¿Y seguirán las sabatinas? ¿La misma cantidad de asesores en los ministerios? ¿No se venderán esos canales de televisión, radios y prensa incautados, esa cantidad de aviones y la gran propiedad inmobiliaria estatizada pese a la crisis? ¿No es hora de revisar los presupuestos en universidades estatales y el dispendio en Yachay y el ahorcamiento del resto? ¿Cómo insertar austeridad y calma en estos momentos?


El correísmo terminará en agosto de 2017 pero alguien tendrá que responder por la extravagancia del gasto y la demora por medidas moderadas. Más que nunca, los actores políticos requieren salir de la oposición y detener la reelección indefinida ante un régimen que sobrevive con el viento en contra. Un momento de concretar estrategias y consolidar una sola instancia alternativa. La escases de productos de primera necesidad no pueden pronto convertirse en un lujo y el mercado negro una forma de convivencia mientras la comunidad enfrenta la apoteosis de la demagogia en declive. La economía está casi pulverizada por la duda con China, mientras los militares siguen amalgamados tras un poder retardatario peligroso pero es urgente resistir a tiempo la virulencia de una economía destructiva y anticipada.

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