Violencia y pandemia

Las secuelas que deja la cuarentena han sido mayores en contra de mujeres, adolescentes y niños. Agresiones físicas: golpes, maltrato, heridas, hasta asesinatos; psicológicas: amenazas, desprecio, imposición, agresión verbal; y sexuales como coacción psíquica y física para tener relaciones sexuales acompañadas de agravios de todo tipo, que incluso pudieron provocar la muerte de la víctima.

Este tipo de violencia se produce generalmente entre miembros de una misma familia, en el entorno doméstico o fuera de él. El abuso o maltrato ocurre entre personas vinculadas por consanguinidad o por afinidad. Un episodio de violencia intrafamiliar ocasiona daños a la integridad emocional, sicológica y física de una persona. Los hogares, que se considerarían espacios seguros, se convirtieron en un peligro para quienes sufren este tipo de violencia.

Las causas son varias, pero están principalmente ligadas a la imposición del mando, poderío o control. En la violencia siempre intervienen dos o más personas: agresores y agredidos, que requieren de tratamiento específico. En ocasiones la personalidad del agresor tiene un pasado de violencia intrafamiliar que lo repite cuando forma su propia familia. Un pensamiento se convierte en un sentimiento y un sentimiento en una acción con hechos negativos, agresivos, insidiosos, fatalistas, basados en suposiciones, y que si un día sucedieron también pueden ser evitados.

Quedarse en casa con motivo de la pandemia ha incrementado la violencia intrafamiliar en todo el mundo, como se había previsto. Esto obedece a que muchas personas nunca estuvieron preparadas para hacer vida de hogar, convivir con su pareja o con la familia, menos aún durante todo el tiempo. El diálogo, el amor y la responsabilidad no se practica ni son tomados en cuenta en muchos hogares. Buscar orientación sicológica y de convivencia familiar para rescatar la cordura y la sensatez puede ayudar a muchas familias, sobre todo a las víctimas.