Una correcta dieta estatal

Una de las más incómodas herencias que le dejó Rafael Correa a Lenín Moreno fue un Estado con serios problemas de sobrepeso. A inicios de semana, el Presidente anunció, como parte de su plan económico, que someterá a ese aparato burocrático a una dieta poderosa. Hasta ahí, todo bien.

La próxima semana, los ministros de Moreno ofrecerán la receta: nos dirán si bajarán los carbohidratos (léase instituciones que sobran) o los almidones (léase un buen número de burócratas), o incluso una mezcla de los dos.

Estamos de acuerdo con que el régimen correísta se confió tanto de un ‘superhéroe’ llamado petróleo, que se dedicó a engordar su Estado, creando ‘ministerios de la felicidad’ y otras ‘grasas’ fieles al modelo chavista que padece Venezuela. Creemos también que la dieta es una buena decisión para ver si en algo superamos la crisis en la que nos dejaron metidos.

Sin embargo, esa dieta tiene que ser guiada por un buen nutricionista. Los expertos sindicales insisten en que no puede ser ‘a ciegas’, que la ministra Viteri no puede haber encontrado en tres semanas la receta. Que no se trata de cerrar instituciones a diestra y siniestra, sino de hacer unos estudios pormenorizados para saber qué o quién sale sobrando.

En principio, ¿qué es lo que necesita el país en este momento? ¿Que desaparezcan las instituciones o que salgan quienes no hacen un aporte real? Claro, todo tiene un trasfondo, ahí hay familias, seres humanos, muchos que dependen de sus puestos. Hay una sola respuesta clara: la decisión tiene que ser cuidadosamente pensada, con certezas y no con dudas, para que el remedio sea un avance y nunca un retroceso.


El trabajo, la ciencia y las artes son más dulces que los destellos de una corona”. Fernando del Paso Escritor mexicano (1935)

Ya no queda lugar para brujos ni para chamanes. A no ser la política”. Mario Bunge Filósofo argentino (1919)