Un incendio que no mengua

El consumo de drogas crece y acosa a nuestra sociedad en una escala nunca vista en la historia ecuatoriana. Va desde las calles y parques hasta las escuelas y hogares, desde los centros turísticos hasta el último rincón del país. Se las trafica, expende y consume casi delante de todos, pese a los esfuerzos de unas autoridades que semejan impotentes ‘bomberos’ ante un incendio que no mengua sino que se acrecienta.

No han bastado la aplicación de normas legales más rigurosas o el notable equipamiento de las fuerzas policiales y militares que en el campo y en la ciudad, así como en las fronteras marítimas, terrestres y aéreas pugnan por su control y eliminación. Hace unos años se hablaba de kilogramos de droga incautada, hoy de toneladas; de su expendio e zonas urbanas y periféricas, hoy de los centros urbanos de manera notoria.

La esperanza es un árbol en flor que se balancea
dulcemente al soplo de las ilusiones”.

Severo Catalina
Periodista y escritor español
(1832-1871)

La esperanza es un estimulante vital muy superior a la suerte”.

Friedrich Nietzsche
Filósofo alemán
(1844-1900)

La adicción se expande peligrosamente y se posiciona entre nosotros como un grave problema de salud. Pronto habrá que destinar centros de atención especializada con el empeño con que se construyen clínicas y hospitales. Muy pronto el Estado deberá dedicar ingentes recursos no solo a combatir a fondo el tráfico, la venta y el consumo, sino también a la atención de esta letal enfermedad social.

Ha llegado la hora de echar a un lado las falsas invocaciones patrioteras que dejaron al país indefenso antes las transnacionales de la droga. Bien hace el presidente Moreno con dialogar sobre el tema y buscar, de manera prioritaria, acuerdos con todo aquel que esté dispuesto a aportar ideas útiles, planes factibles y esfuerzos ajenos a la demagogia.