Trump-Venezuela

El presidente Trump de EE.UU. tiene una personalidad truculenta que, con sus obsesiones, lo convierten en un hombre muy peligroso para la humanidad. Sueña con ser reelegido en el 2019 y declara que el socialismo ha muerto en América, sobre todo para derrotar a Bernie Sanders, precandidato de los demócratas que ha manifestado ser socialista. Para demostrar el fin del socialismo quiere agredir militarmente a Venezuela, liquidar al gobierno de Ortega en Nicaragua, acabar con la Revolución de Cuba y poner fin al gobierno boliviano de Evo Morales.

Aprovecha la situación venezolana. Organiza reuniones, y foros, al más alto nivel para denunciar al gobierno de Maduro al que, por todos los medios, intenta derrocar. Lo terrible es que hay seres humanos que quieren la guerra sin que les interese los muertos, heridos, la destrucción. Guaidó, el autoproclamado Presidente, dijo que iba a pedir que Estados Unidos invada a su patria.

Trump es un republicano de ultraderecha. Odia a las izquierdas y al partido Demócrata. Entre sus obsesiones está el considerarse amo del mundo; entonces puede desatar guerras, levantar muros, separar a los niños de sus padres, declarar, inconstitucionalmente, emergencias nacionales, desconocer tratados, inclusive nucleares y cambio climático, organizar guerras comerciales e imponer sanciones económicas a otros Estados soberanos, prevalido de la potencia militar-atómica y económica de Estados Unidos.

Trump teme al socialista Sanders que lo puede derrotar. Por eso, Venezuela podría ser su carta de salvación, sin pensar que, “si cae Venezuela, la humanidad cae”, como sostuviera el intelectual estadounidense, Noam Chomsky.

La paz es un imperativo. El mundo, incluidos sus aliados de las derechas, se oponen a la agresión militar a Venezuela.

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