Tormenta perfecta

Salvatore Foti

Después de eliminar los subsidios a la gasolina y al diésel, el presidente Moreno y sus asesores esperaban que la gente empezaran a hacer marchas de agradecimiento y que lo aplaudieran frente al Palacio de Carondelet con mariachis, bombos y platillos. Sin embargo, esto no ha pasado y la gente salió, por atrevida y malagradecida, dicen los expertos, a protestar en contra del Ejecutivo.

Es evidente que la población desconfía de la política y de los políticos y sabe que estos 1.300 millones que el Estado se ahorraría en subsidios, solo serán 1.300 millones más para repartírselos entre ellos mismos.

La población, lejos de ser irresponsable, es sabia y se pregunta cómo así se sigue exigiendo más y más a los sectores más vulnerables, quienes además de la eliminación de los subsidios ven con preocupación las reformas tributarias y laborales que son parte del “combo paquetazo”.

Moreno dijo que todos debemos arrimar el hombro, pero no dice que gracias a este sacrificio va a haber más trabajo o que vamos a salir de la pobreza y del atraso. Solo dice que los protestantes son zánganos. Mientras, su Ministro de Defensa sale con declaraciones inmaduras y peligrosas, que solo alimentan al caos. De hecho, el Gobierno no puede garantizar el orden público. Hay saqueos, vandalismo, violencia, muchos heridos y más de 400 detenidos. Estas son cifras de guerra. El Presidente y sus colaboradores siguen diciendo que es culpa de Correa, pero esto no ayuda a nadie y en nada ¿cierto? Mejor hubiese sido adoptar medidas compensatorias y políticas públicas tangibles. La asertividad no es cosa de este Ejecutivo y por esto no se les cree.

Hasta este momento no entiende la magnitud de la crisis que enfrenta. Cree, como lo han hecho otros presidentes, que los militares son la receta a seguir, aunque esto signifique más incertidumbre y tal vez violencia. Estamos frente a escenarios extremos: o se encuentra un acuerdo con las fuerzas vivas del país o el Gobierno simplemente va a caer. Siéntense y dialoguen, más no sigan jugando con fuego, pues lo que se viene es una tormenta perfecta.

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