¡Toquen campanas!

Carlos Freile

El íntegro y veraz historiador Luis Robalino Dávila escribió este resumen sobre el período de dominio de Alfaro en nuestra Patria: “Parécenos que la nota dominante de aquella época aciaga, era la inseguridad; inseguridad de la vida, de la libertad, de la honra, de la fortuna, inseguridad en todo orden de cosas; … Todo contribuía en aquellos tiempos a hacer de la vida ciudadana una como prolongada pesadilla.”

Esta pesadilla aquejaba sobre todo a los católicos y de manera especial, como es obvio, a los sacerdotes. Era asunto de diaria administración que algún eclesiástico de cualquier rincón del Ecuador fuera vejado, golpeado, confinado o desterrado. El colmo de esta conducta fue el asesinato del padre Emilio Moscoso, jesuita, por odio a la fe, como lo confirman los documentos de la época.

Por esta causa, el martirio, el padre Moscoso es declarado beato hoy día, 16 de noviembre de 2019 en Riobamba, lugar en que entregó el alma a Dios víctima de las balas de los enemigos de Jesucristo. En otras circunstancias y en otros países este acontecimiento hubiera llenado las páginas de los diarios, habría habido mesas redondas, sesudos análisis y festivas celebraciones, pues aunque el martirio haya sido un acto cruel, la elevación de un compatriota a los altares llena de sana satisfacción a los católicos y también a otras personas de buena voluntad.

La labor de zapadores doctrinarios, persistentes y concienzudos de los liberales radicales, continuada después por los marxistas, derivados en gramscianos, ha provocado una persistente disminución del número de católicos practicantes en nuestro suelo,sin negar otras causas coadyuvantes; por ello un acontecimiento como el que comento pasará sin pena ni gloria, en medio de la indiferencia de las masas y de las élites.

Pero para un pequeño “resto de Israel”, conforme a la expresión bíblica, esta beatificación es causa de profunda alegría, por eso clamamos sobre colinas y collados: ¡Toquen campanas porque se ha hecho justicia a un mártir, a un varón víctima del odio por ser lo que era: sacerdote católico!

[email protected]

Carlos Freile

El íntegro y veraz historiador Luis Robalino Dávila escribió este resumen sobre el período de dominio de Alfaro en nuestra Patria: “Parécenos que la nota dominante de aquella época aciaga, era la inseguridad; inseguridad de la vida, de la libertad, de la honra, de la fortuna, inseguridad en todo orden de cosas; … Todo contribuía en aquellos tiempos a hacer de la vida ciudadana una como prolongada pesadilla.”

Esta pesadilla aquejaba sobre todo a los católicos y de manera especial, como es obvio, a los sacerdotes. Era asunto de diaria administración que algún eclesiástico de cualquier rincón del Ecuador fuera vejado, golpeado, confinado o desterrado. El colmo de esta conducta fue el asesinato del padre Emilio Moscoso, jesuita, por odio a la fe, como lo confirman los documentos de la época.

Por esta causa, el martirio, el padre Moscoso es declarado beato hoy día, 16 de noviembre de 2019 en Riobamba, lugar en que entregó el alma a Dios víctima de las balas de los enemigos de Jesucristo. En otras circunstancias y en otros países este acontecimiento hubiera llenado las páginas de los diarios, habría habido mesas redondas, sesudos análisis y festivas celebraciones, pues aunque el martirio haya sido un acto cruel, la elevación de un compatriota a los altares llena de sana satisfacción a los católicos y también a otras personas de buena voluntad.

La labor de zapadores doctrinarios, persistentes y concienzudos de los liberales radicales, continuada después por los marxistas, derivados en gramscianos, ha provocado una persistente disminución del número de católicos practicantes en nuestro suelo,sin negar otras causas coadyuvantes; por ello un acontecimiento como el que comento pasará sin pena ni gloria, en medio de la indiferencia de las masas y de las élites.

Pero para un pequeño “resto de Israel”, conforme a la expresión bíblica, esta beatificación es causa de profunda alegría, por eso clamamos sobre colinas y collados: ¡Toquen campanas porque se ha hecho justicia a un mártir, a un varón víctima del odio por ser lo que era: sacerdote católico!

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Carlos Freile

El íntegro y veraz historiador Luis Robalino Dávila escribió este resumen sobre el período de dominio de Alfaro en nuestra Patria: “Parécenos que la nota dominante de aquella época aciaga, era la inseguridad; inseguridad de la vida, de la libertad, de la honra, de la fortuna, inseguridad en todo orden de cosas; … Todo contribuía en aquellos tiempos a hacer de la vida ciudadana una como prolongada pesadilla.”

Esta pesadilla aquejaba sobre todo a los católicos y de manera especial, como es obvio, a los sacerdotes. Era asunto de diaria administración que algún eclesiástico de cualquier rincón del Ecuador fuera vejado, golpeado, confinado o desterrado. El colmo de esta conducta fue el asesinato del padre Emilio Moscoso, jesuita, por odio a la fe, como lo confirman los documentos de la época.

Por esta causa, el martirio, el padre Moscoso es declarado beato hoy día, 16 de noviembre de 2019 en Riobamba, lugar en que entregó el alma a Dios víctima de las balas de los enemigos de Jesucristo. En otras circunstancias y en otros países este acontecimiento hubiera llenado las páginas de los diarios, habría habido mesas redondas, sesudos análisis y festivas celebraciones, pues aunque el martirio haya sido un acto cruel, la elevación de un compatriota a los altares llena de sana satisfacción a los católicos y también a otras personas de buena voluntad.

La labor de zapadores doctrinarios, persistentes y concienzudos de los liberales radicales, continuada después por los marxistas, derivados en gramscianos, ha provocado una persistente disminución del número de católicos practicantes en nuestro suelo,sin negar otras causas coadyuvantes; por ello un acontecimiento como el que comento pasará sin pena ni gloria, en medio de la indiferencia de las masas y de las élites.

Pero para un pequeño “resto de Israel”, conforme a la expresión bíblica, esta beatificación es causa de profunda alegría, por eso clamamos sobre colinas y collados: ¡Toquen campanas porque se ha hecho justicia a un mártir, a un varón víctima del odio por ser lo que era: sacerdote católico!

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Carlos Freile

El íntegro y veraz historiador Luis Robalino Dávila escribió este resumen sobre el período de dominio de Alfaro en nuestra Patria: “Parécenos que la nota dominante de aquella época aciaga, era la inseguridad; inseguridad de la vida, de la libertad, de la honra, de la fortuna, inseguridad en todo orden de cosas; … Todo contribuía en aquellos tiempos a hacer de la vida ciudadana una como prolongada pesadilla.”

Esta pesadilla aquejaba sobre todo a los católicos y de manera especial, como es obvio, a los sacerdotes. Era asunto de diaria administración que algún eclesiástico de cualquier rincón del Ecuador fuera vejado, golpeado, confinado o desterrado. El colmo de esta conducta fue el asesinato del padre Emilio Moscoso, jesuita, por odio a la fe, como lo confirman los documentos de la época.

Por esta causa, el martirio, el padre Moscoso es declarado beato hoy día, 16 de noviembre de 2019 en Riobamba, lugar en que entregó el alma a Dios víctima de las balas de los enemigos de Jesucristo. En otras circunstancias y en otros países este acontecimiento hubiera llenado las páginas de los diarios, habría habido mesas redondas, sesudos análisis y festivas celebraciones, pues aunque el martirio haya sido un acto cruel, la elevación de un compatriota a los altares llena de sana satisfacción a los católicos y también a otras personas de buena voluntad.

La labor de zapadores doctrinarios, persistentes y concienzudos de los liberales radicales, continuada después por los marxistas, derivados en gramscianos, ha provocado una persistente disminución del número de católicos practicantes en nuestro suelo,sin negar otras causas coadyuvantes; por ello un acontecimiento como el que comento pasará sin pena ni gloria, en medio de la indiferencia de las masas y de las élites.

Pero para un pequeño “resto de Israel”, conforme a la expresión bíblica, esta beatificación es causa de profunda alegría, por eso clamamos sobre colinas y collados: ¡Toquen campanas porque se ha hecho justicia a un mártir, a un varón víctima del odio por ser lo que era: sacerdote católico!

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