Todos somos culpables

Parecen bodegas de almacenamiento torpe de personas, desde ningún punto de vista centros de rehabilitación. Los que entran a cumplir sus sentencias, salen con mayor tendencia al delito. En ellas se registran asesinatos con armas blancas y de fuego. La seguridad brilla por su ausencia. El tráfico de drogas en las celdas y los patios no es noticia para nadie. La complicidad de quienes deberían impedir todo esto, ¿quién la discute?

En algunos centros se padece escasez de agua y falta de medios de transporte para los presos, bien sean mujeres u hombres. La promiscuidad está a la vista. Se registran tímidos esfuerzos, a partir de recursos propios para reconducir sus vidas. Sin embargo, el sistema carcelario ecuatoriano dispone de relativamente nuevos edificios, cuyo proceso de construcción bien merecería un examen de Contraloría.

La alimentación de los allí recluidos se dice que no es la adecuada. Tampoco la higiene. En los patios interiores se ven amontonamientos de basura. Los cristales de las ventanas rotos. Los balcones y pasillos atestados de ropas colgantes. Las fisuras en el sistema son notables, vergonzosas, de larga data y peligrosas socialmente hablando. No pasa mucho tiempo sin que alguien escape o se registren brotes de violencia.

Hay más para contar. Las autoridades carcelarias lo saben. Las instituciones que dicen defender los Derechos Humanos también. El ministerio del ramo conoce lo necesario para actuar de inmediato y además para cambiar desde dentro un sistema inoperante y corrupto. Cada día que pasa añade algún otro elemento al escenario de esta tragedia. La sociedad tiene el deber de no quedarse cruzada de brazos.


Coloca lo ideal, el pensamiento, entre la violencia del impulso y su satisfacción”. Georg Wilhelm Friedrich Hegel Filósofo alemán (1770-1831)

¿Y qué es amor? ¿Quién definió el amor? Amor definido deja de serlo… Miguel de Unamuno Escritor español (1864-1936)