Ser heterosexual

Jorge Oviedo Rueda

Tengo amigas y amigos homosexuales. Siempre me interesó conocer la sicología de las personas que no están conformes con su sexo. Debo decir, en honor a la verdad, que cada vez que por alguna razón traté con ellas encontré un coeficiente intelectual superior.

Juzgar la sexualidad de las personas en el marco de un “sistema sexual binario” resulta, a estas alturas de la evolución cultural de Occidente, forzado e injusto.

Está claro que la existencia del sexo biológico no es suficiente para determinar la sexualidad de un individuo, pues hay hombres que se sienten mujeres y mujeres que se sienten hombres, realidad ante la cual no se puede cerrar los ojos como hace la moral religiosa o la intolerancia machista y patriarcal. No sólo eso, hay hombres que se sienten atraídos por otros hombres sin dejar de ser hombres y mujeres igual y otros individuos que no sienten atracción por ningún sexo.

Los de más allá que se sienten hombre y mujer al mismo tiempo, como aquellos que tienen los dos sexos y que no saben cómo manifestar su expresión de género. Y, todavía más, otros que son asexuados y, en fin, una variedad sorprendente de identidades sexuales que desbordan el estrecho marco del sistema sexual binario dentro del cual, lamentablemente, ahora juzgamos la sexualidad de los individuos.

Mucho se ha avanzado en lo que a la conquista de derechos de las minorías sexuales se refiere y creo que esa lucha seguirá apoyada por quienes hacemos esfuerzos para romper los esquemas rígidos del binarismo sexual, combatiendo, también, esa pretensión absurda que algunos Lgbti tienen de creerse superiores por ser diferentes.

Abrir las ventanas en esta materia se ha vuelto imperativo para que no nos asfixie la hedentina de las ideas caducas.

[email protected]