Samuel Chambers

Richard Salazar Medina

Las sociedades cambian pese a la resistencia y la pasividad de la mayoría de sus individuos. Pero hay unos pocos, en principio llamados lunáticos, que se atreven a romper la convencionalidad. Estas personas han jugado un rol fundamental en la historia de la humanidad. De no ser por ellos, la sociedad estaría regida por dogmas, sin lugar para la ciencia, el arte o la tecnología.

Desde hace 15 días Quito está conmovido. Samuel Chambers, un joven de 24 años que decidió vivir por cuenta propia y que construyó su pequeña morada entre los árboles alrededor de Guápulo, fue hallado decapitado. Se lo reconoció por un tatuaje del conejo de “Alicia en el país de las maravillas”, obra icónica de la fantasía.

Samuel era un pacifista que, como Gandhi, cosía su propia ropa, desafiando al mercado y la moda; vestía túnicas de colores vivos que, en una sociedad pacata como la quiteña, están reservadas a las mujeres más atrevidas. Recogía animales solitarios, como él, para alimentarles hasta cuando quieran quedarse. Los vecinos lo recuerdan como una persona tranquila, muy amistosa y respetuosa; no se metía en problemas con nadie.

¿Quién y por qué pudo cometer tan espantoso asesinato? Dicen que hace poco, en una fiesta del pueblo, fue amenazado con un cuchillo y que intentaron quemar su pequeña casa, acusándole de raro. Quienes lo conocieron dicen que era más bien una persona mística, que vivía en la convicción de la paz y el amor. La cabeza de Samuel hasta ahora no aparece. Nadie sabe el universo que tenía dentro y que los “dueños de la verdad” nunca podrán comprender, porque temen al libre pensamiento; les recuerda su insignificancia, que cubren con violencia.

Mi más sentido pésame no solo a sus familiares y a quienes quisieron a Samuel, sino a toda la sociedad quiteña que, con sus deficiencias, castra la libertad. Se espera no solo justicia, sino que sea un precedente. Que Samuel Chambers, como Giordano Bruno, nos recuerde que sin quienes osan pensar y vivir bajo sus propias convicciones, la humanidad no habría dejado de ser un simple primate.

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