¿Ruptura secuestró al Presidente?

En 2004 el Ecuador estaba también en convulsión política. El presidente Lucio Gutiérrez vivía sus últimos meses en el poder. Sus acciones provocaban fastidio, por su cercanía con EE.UU., lo que provocó que rompa con su alianza: indígenas y Pachakutik. Había denuncias de corrupción y nepotismo. Pero, la gota que derramó el vaso fue la “pichicorte”, posibilitando el regreso de Abdalá Bucaram.

En septiembre de ese año, unos jóvenes conocidos como Ruptura de los 25, que se decían “de izquierda moderna y contemporánea”, conmemoraron los 25 años del retorno a la democracia, planteando dos preguntas: ¿quién jodió al país? y ¿cómo salimos de ésta?, refiriéndose al régimen de Gutiérrez.

Su presencia creció en mayo de 2005, con la “rebelión de los forajidos”, provocando la caída de Gutiérrez. Luego se unieron a Alianza PAIS, para impulsar el gobierno de Correa. En 2011 se distanciaron del régimen tras la convocatoria a consulta popular donde RC “metió mano a la justicia”, eliminó corridas de toros y peleas de gallos. Sin embargo, algunos como Alexandra Ocles permanecieron en el gobierno.

En las elecciones presidenciales de 2013 su candidato a la presidencia, Norman Wray, obtuvo 1.31% de votos y la agrupación no logró asambleístas. Desde entonces deambularon en la política, pues perdieron su personería de 2014 a 2018. Si no participan en las presidenciales de 2021, desaparecerán.

Esta agrupación ha gobernado sin ganar elecciones durante los gobiernos de Correa y Moreno: María Paula Romo (ex asambleísta y ministra del Interior), Juan Sebastián Roldán (secretario particular de la Presidencia y secretario de Transparencia), Norman Wray (asambleísta, concejal, candidato presidencial y gobernador de Galápagos), Iván Granda (exsecretario anticorrupción y acción política y ministro de Inclusión), Francisco Jiménez (gobernador del Guayas y candidato a alcalde de Guayaquil), Alexandra Ocles (secretaria de Riesgos) y Dora Ordóñez (exsecretaria anticorrupción)

En las últimas semanas le restaron protagonismo al vicepresidente Sonnenholzner, pero su papel de voceros políticos de un hecho científico -la pandemia y sus consecuencias lamentables- los deja mal parados. Daría la impresión de que tienen secuestrado a un presidente timorato, de poca presencia y que no parece estar liderando. Ojalá que esta percepción sea errada.

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