Prohibido ser pobre

En épocas de coronavirus, recesión económica, desempleo y corrupción esta afirmación nos parece un poco más que descabellada: dejar de ser pobre.

Si no nos matan las políticas de los gobiernos donde nos clavan más impuestos y sacrificios a la gente de la clase media y baja, nos mata las cuarentenas prorrogadas con una sarta de informaciones falsas de los colapsos de los sistemas de salud en el mundo entero y con más riesgo en el Ecuador, donde reina la improvisación, los estados de excepción permanentes y las alarmas de corrupción que van quedando en la impunidad en los temas de las INAS y los sobornos de los gobernantes de un mismo proyecto político con diferentes ambiciones.

Sin embargo, hay una salida cuando cambias la manera de pensar como pobre, cuando dejas a un lado mitos, paradigmas y tradiciones que te tienen en la mediocridad.

Si aún te queda algo de esperanza haz un esfuerzo y lee el libro ‘Prohibido ser pobre’, en el que le enseñan que debe liberarse del papá estado, de su familia y de que algún día se sacará la lotería.
Esos paradigmas ya no funcionan, tiene que volver los ojos a usted mismo y pensar que en tiempos de coronavirus los problemas son oportunidades de cambio.

Hay varios tipos de pobreza, la de mentalidad, pensar que no podemos o no somos quién para tener nuestro propio negocio. Creer que la prosperidad está reservada solo para aquellos que tienen dinero, que viven en un país o en otro.

La pobreza de espíritu, no hacer nada por lograr su éxito. Ver las historias de otras personas que lo han logrado y usted dedicarse a verlas y añorar algún día ser protagonista de las mismas, pero no toma acción, sigue ahí sentado en el mismo sitio, chateando en las redes sociales de cosas improductivas, chismes de farándula y de cómo le mienten lo políticos, lamentándose si hacer nada para cambiar su vida.

Y la pobreza económica, creer que no tiene el dinero para lograr los cambios, pero comprarse el último teléfono de alta gama, los pantalones rotos, el spa, el cambio de look, el nuevo televisor o cualquier otro capricho, siempre hay dinero. Los gobiernos fabrican dinero, los empresarios generan dinero y los emprendedores y los informales mueven dinero.

El problema es que le enseñaron a pensar como pobre, a odiar la riqueza y ese es su paradigma.