Primeros lugares

Transparencia Internacional (TI), que tiene su sede en Berlín y labora en más de 70 países, publica anualmente su índice de corrupción que genera controversia, especialmente en quienes se sienten afectados por los resultados de este estudio que, en todo caso, se ha vuelto referencial a nivel planetario.

La respetabilidad de TI puede analizarse si se recuerda que este organismo participó en la elaboración de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y, también, en la Convención contra el Soborno, entre otros documentos de vigencia transnacional.

La entidad, que se ha convertido en líder del combate anticorrupción en el mundo, en su último y preocupante informe coloca a Ecuador en el tercer lugar de los países más corruptos de América, lo cual, como es obvio, de ninguna manera es noticia halagadora para quienes hemos nacido o vivimos en estos territorios dignos de mejor suerte.

Con frecuencia que alarma, han proliferado casos que giran en esta oscura órbita. El ataque frontal a esta peste no debe caer en simples declaraciones sino en hechos efectivos que restituyan la confianza tan necesaria, singularmente para que lleguen capitales extranjeros a fomentar trabajo digno.

En nuestro medio y en los tiempos que transcurrimos, las denuncias de corrupción se han vuelto desbordantes y han motivado la abierta condena de la opinión pública que, absorta, comenta sobre este mal que ha llegado a proporciones alarmantes, con efectos consiguientes y contraproducentes no solo para la economía y la moral nacional.

Qué edificante sería que estos primeros lugares no sean de podredumbre y desprestigio sino en temas que consoliden principios y valores de superación en los campos de la decencia, elevación intelectual y ética, para consolidar rumbos de autoestima y progreso.

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