Por ver un árbol

Nicolás Merizalde

Todos relacionamos los problemas sociales con la educación. Una verdad convertida en perogrullada repetida con encono y sin convicción. Ahora que el Ser Bachiller ha develado no solo su propia insuficiencia sino además los vacíos de nuestra educación básica queremos entablar medidas parche como la eliminación de la prueba para evitar enfrentar una realidad mucho más compleja.

El sistema educativo no responde a las necesidades de los alumnos, no les está proporcionando las herramientas básicas que el futuro les exigirá en una realidad tan cercana donde ningún conocimiento es suficiente ni estable. El futuro demanda ciudadanos que se preparen constantemente sino quieren quedarse en la cola de la historia, y esto se logra solo cuando se ha incubado un verdadero gusto por estudiar. Soy de los que piensa que el placer de aprender se contagia del placer del que enseña. ¿Qué es el maestro sino un gran y constante aprendiz? no podemos esperar grandes cambios mientras los profesores no sean valorados, capacitados y respetados. A esto desde luego, se le suma el horror de saber que son las autoridades de los establecimientos y los mismos maestros quienes fomentan la mediocridad y la corrupción alentando la filtración del examen y otras mañas internas que crean la sociedad que nos ahoga.

Profesores sin vocación, alumnos desganados, mallas curriculares manipuladas o sutilmente acomodadas para desalentar la objetividad crítica de los estudiantes e imponer un dogma ideológico, la ausencia de ética y el desinterés por la modernidad y sus desafíos nos arrojan a un futuro muy desalentador (con honrosas excepciones). Nuestros problemas no acaban con la dichosa prueba como sugirió de manera populista y risible Lasso hace una semana. De tanto encapricharnos con un árbol perdemos de vista el bosque de errores que nos queda por podar.