ANDRÉS GÓMEZ CARRIÓN
Tres días restan para que finalice otro año. 365 días que dejaron beneficios y pérdidas para todos los actores de la política global; no obstante, en el balance general unos salieron más estables que otros.
Si enfocamos el análisis desde el telescopio regional, Asia se potenció política y económicamente durante todo el 2018 utilizando herramientas inéditas para ellos, como la diplomacia cultural. Europa, por su parte, continúa siendo la región más estable a pesar de los remezones políticos y, una vez más, cierra el año como la región líder del mundo.
África, al igual que durante la última década, sigue viviendo los estragos de los regímenes dictatoriales que tienen sumida a la región en una disputa constante entre los civiles, las Fuerzas Armadas y los gobiernos de turno. América Latina profundizó su crisis política y se encuentra en un proceso inestable por recuperar la institucionalidad y erradicar la corrupción de su cuerpo público. Finalmente, Oceanía potenció su invisible y acaudalado crecimiento y bienestar social.
Por otro lado, el análisis desde el enfoque individual por países nos deja una leve pero existente restructuración del orden global. Durante el 2018, Rusia y China aumentaron esfuerzos por acaparar la mayor cantidad de influencia política en todas las instancias de debate intergubernamental a nivel mundial.
Francia y el Reino Unido fortalecieron su presencia en el sistema a partir de potenciar sus propios intereses nacionales y regionales, generando cierto distanciamiento con los Estados Unidos.
En conclusión, el 2018 fue un año categóricamente más dinámico que el inmediato antecesor y, al parecer, mucho menos de lo que será el 2019.
Mientras tanto, celebremos en paz, ¡feliz año!