Planificación urbana y confinamiento

En la década de los años 80 Santo Domingo experimentó un fenómeno singular, su población y el comercio creció de forma exponencial, existió migración del campo a la ciudad, una creciente demanda de vivienda; sumado a esto, la falta de normas y ordenamiento territorial a nivel de municipios y de gobierno, dio paso a partir de este año, que crezcan de forma masiva los planes de vivienda, cooperativas, asentamientos informales, tráfico de tierras, entre otros; consecuencia, muchos sectores del país, en especial sectores de la costa se expanden de forma acelerada y en ambientes de anarquía, este crecimiento tanto de población, como de asentamientos con la falta de infraestructura urbana, el poco o nulo control territorial generó un modelo de vivienda reducido, multifamiliar, de mala calidad y de escaso o nulo equipamiento urbano. Anexado a esto, en las últimas dos décadas se han creado planes de vivienda de interés social, masificando a las residencias en terrenos cada vez más limitados, pasamos de superficies de 400-500 m2 en la década 70-80, a terrenos actualmente de 110-120 m2 y aún menores en edificios residenciales, todo esto con el eslogan de “optimizar espacios”; esto realmente nos hace pensar si hemos “fracasado como Planificadores Urbanos”.

En los tiempos actuales donde la cuarentena nos ha obligado a convivir de manera permanente en nuestras casas, podemos apreciar el valor de los balcones, terrazas, patios, huertos urbanos, en general espacios que muchas veces son subestimados y anulados en los planteamientos arquitectónicos; es sin duda el momento de reflexionar y pensar con visión, no solo concentrarnos en cubrir las necesidades habituales, sino en una planificación urbana sostenible, optimizando los recursos energéticos.

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