Pésimos resultados

Rosalía Arteaga Serrano

Desde hace algunos años venimos sosteniendo que la infraestructura educativa no es sinónimo de calidad, y eso que no entramos en el análisis de los costos de esa infraestructura y de las posibilidades de corrupción detectadas. Hay que mirar la educación por dentro y no desde fuera de los tantos “elefantes blancos” diseminados por el país.

El reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) corrobora la impresión que teníamos al respecto, cuando destaca que los establecimientos educativos peor evaluados en el Ecuador son, precisamente, las famosas “Escuelas del Milenio”, de las que tanta y abusiva propaganda se hizo durante la década perdida del Gobierno anterior.

Se remarca que la evaluación se hace sobre parámetros tales como “modelo de aprendizaje, uso óptimo de la infraestructura y resultados académicos”, y ahí el fracaso es rotundo, lo que nos obliga a preguntarnos para qué se construyeron aquellas gigantescas edificaciones y se dispendiaron tantos recursos si los resultados escolares son tan pobres.

La insistencia nuestra en mejorar y profundizar en la capacitación de los maestros, viene avalada por lo que se hace a nivel internacional y también por algunas experiencias nacionales que nos dicen que la más importante inversión que debe hacerse es en tener maestros adecuadamente capacitados y con actualización permanente.

La rendición de cuentas del Gobierno anterior, también en el sector educativo dejó un colosal saldo en rojo, que no se puede subsanar fácilmente. En educación debemos sembrar ahora, para tener resultados favorables en las futuras generaciones. No hay otras fórmulas que la del trabajo perseverante e innovador.

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