Periodismo para la memoria

Roque Rivas Zambrano

Existen experiencias históricas que marcan a las sociedades y cuyas secuelas se evidencian en la importancia que cobran ciertos aspectos en ellas. Hace unos días leía un artículo de María Eugenia Ludueña, una periodista argentina que escribió un libro sobre la desaparición de la hija de Estela Carlotto, líder de las madres de la Plaza de Mayo.

En este texto, Ludueña indaga sobre la importancia que cobró la memoria para su país, luego de la dictadura militar. La constante presencia de las madres y abuelas reclamando a sus familiares desaparecidos fue un ejemplo de lucha para todo un pueblo.

Mientras en aquella época, se establecía una estrategia para que los atentados contra los Derechos Humanos quedaran impunes -que consistía en que sin el cuerpo no había delito- las mujeres ideaban formas de mantener viva la imagen de sus seres queridos. Lo hacían a través de ‘dossiers’, en los que resumían las historias de sus hijos o nietos, o por medio de fotografías u objetos expuestos en los espacios públicos. Muchas de las historias se replicaron en los medios de comunicación, posibilitando que transcendieran y que otras personas se sumaran a la causa.

A partir de esto, ¿qué rol tiene el periodismo en la construcción de la memoria colectiva? Aunque el tema es amplio, cabe destacar que la memoria es un sitio de disputa política. Por lo tanto, se inscribe en una trama que debe ser investigada y contada, a partir de historias mínimas que han quedado en el olvido.

Sobre todo, y como diría el periodista argentino Horacio Verbitsky: “El rol más importante de los periodistas es aportar a la modificación de los estados de conciencia y de las relaciones de fuerza, para que sean las sociedades las que se den los instrumentos que permitan terminar con la impunidad”.

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