Peregrinos en la inmisericordia

Falleció el Dr. Ricardo Arturo Arteaga, médico especialista en cuidados críticos del hospital Carlos Andrade Marín de la ciudad capital. Él fue una víctima más de la Covid-19, un médico más que se suma a larga lista de quienes han sido arrasados por esta pandemia, en medio de la indolencia de las autoridades sanitarias. Me preguntarán ¿qué indolencia?, pues la que existe al no reconocer sus mensualidades a tiempo a médicos posgradistas, al personal sanitario de diversas unidades hospitalarias públicas que suman deudas pero no cuentan con sus emolumentos para hacer frente a esta terrible situación económico-sanitaria. La situación es tan paradójica, mientras el principal del Ministerio de Salud menciona la capacidad con la cual el país trató la crisis del coronavirus, diciendo que fuimos el mejor país en su manejo, quienes han estado al frente dando la cara y enfrentando con sus vidas esta enfermedad, reclaman sus derechos, vulnerados, y sin visos de solución.

Es injusta la situación de muchos médicos, a parte que los equipos de protección individual para evitar los contagios con el coronavirus, son escasos. Esta crisis sanitaria ha desnudado aún más la calamitosa situación de la salud pública, sometida a una escandalosa corrupción galopante que sustrae recursos en favor de sinvergüenzas y en desmedro de una multitud necesaria de atención y además perjudica a quienes luchan día a día para salvaguardar nuestra integridad. Pero la inmisericordia, la corrupción son quienes pisotean la labor del personal de la salud. Arriesgar sus vidas, y a cambio recibir nada dentro de este sistema oprobioso, es lo que llamo “peregrinos en la inmisericordia”. Destaco que a pesar de todos estos avatares, hay quienes siguen en primera línea de atención a pacientes con Covid-19. Su labor es incesante, agotadora, extenuante y roza el tedio pero siguen ahí y no claudican. Ojalá que la ciudadanía tras el cese del estado de excepción sepa entender que la enfermedad por mucho no se ha ido, el virus no ha desaparecido sigue latente y sigue cobrando víctimas. Ojalá sepa entender la ciudadanía que no es momento para relajarnos y volver como antes, debemos tener paciencia y comprender que aquellos que batallan con personas graves se juegan sus vidas por salvarnos y que lo más triste es que no reciben sus sueldos a tiempo, persisten en la inestabilidad laboral y muchos siguen muriendo por los contagios. Pongamos de nuestra parte.

Luis Coello

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