Nuevo pacto social

Se ha convertido en un lugar común señalar que después de la experiencia que ha vivido el mundo por la pandemia que soportamos, nada será igual.

Sin duda que ello implicará que la humanidad aborde una tarea nada fácil: esbozar un nuevo pacto social, que implicará ante todo una actitud diferente. Hemos podido advertir que se ha evidenciado que no basta que yo y mi familia nos encontremos bien, si quien vive junto a mi e incluso a miles de kilómetros de distancia no está bien.

Hemos revalorizado ciertos aspectos que por cotidianos no los apreciábamos en su enorme dimensión: desde la entrega de médicos, enfermeros y personal sanitario, hasta el aporte del modesto productor de algún alimento para la casa; desde la labor del investigador que día a día procura alguna solución a los graves problemas que implica la situación, hasta la sacrificada gestión de quien atiende en el supermercado o en la tienda del barrio; desde el alto funcionario que deja su cómodo estatus para servir a la gente que hoy lo necesita, o busca la forma de que el Estado siga funcionando con los escasos recursos de que se dispone, hasta el simple trabajador. En fin, ahora sabemos que no hay función, labor o empleo que no sea importante para que la vida fluya; hemos revalorizado al ser humano.

Si partimos entonces que a lo largo y ancho del planeta hay una gran dependencia de unos seres humanos de otros seres humanos, y advertimos que cada ser humano en el lugar que le ha colocado la vida, sin importar la función que desempeña, es importante, no hay duda que el mundo debe cambiar y ello implica un nuevo pacto social, cuyas bases debemos comenzar a escribir, más que con la cabeza con el corazón.