Nuestra democracia

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

La lectura que se puede hacer de lo acontecido el domingo anterior, es que los pueblos eligen a sus gobernantes y merecen la suerte que éstos pueden darles, dentro de su pequeñez o grandeza de visión sobre el devenir de sus comunidades y ciudadanías. La avalancha de candidatos, muy pocos preparados para gobernar, la ninguna exigencia para asignarles candidaturas, la carencia de ideologías claras, la nula preparación de cuadros y líderes dentro de los movimientos y partidos políticos, habiendo, inclusive, recibido recursos para ello, repercutirá insoslayablemente, en una aún más baja calidad de democracia de la que teníamos.

De los triunfos inducidos en las urnas, pasamos a la participación de centenares de agrupaciones, cuyas enormes falencias estructurales agravarán el sombrío panorama que todavía tenemos. También vimos el rechazo del país a un banquero obsesionado con el poder, el agradecimiento del pueblo guayaquileño a su Alcalde saliente; al pueblo quiteño y pichinchano desunido, y a un movimiento liderado por corruptos contumaces, que increíblemente, el pueblo aún los quiere en la palestra politiquera nacional.

Santo Domingo eligió a un constructor y a una dama con trayectoria política, y Esmeraldas a reconocidas batalladoras políticas, de quienes se exigirá transparencia y cumplimiento de sus planes de trabajo. Observamos con preocupación que el pueblo no valora la preparación, integridad y antecedentes personales, ni las propuestas sustentables en lo económico; las masas ven que haya hecho obra, aunque nos haya dejado hipotecados y se haya robado la mitad de lo invertido o que sean muy populares, así no sean o no estén preparados. Todo esto es fruto de la ignorancia. Claro está, con muy honrosas excepciones. Pero la excepción no hace la regla.

Urge, reitero, reformar las leyes electorales en su conjunto para mejorar nuestra democracia y que esto esté acompañado por una agresiva campaña educativa en cívica, ética y, además, de un curso obligatorio de gestión pública para todos los pre candidatos. O no hacemos nada, ni tratamos el tema en debates o foros porque, al parecer, todos están contentos con lo que tenemos… y que el último en salir apague la luz.

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