Ni geolocalización ni pasaporte inmunológico

Según algunos psicólogos, entre ellos Óscar Blázquez (Twitter), las fases por las que pasamos durante el confinamiento son, o serán: la incertidumbre (incredulidad y ‘shock’), el pánico (una sensación de hastío, de ansiedad y miedo, con un bucle de ansiedad, pánico, depresión), la resistencia o adaptación por el orden y, finalmente, la desconfianza una vez desconfinados, ya que durante un tiempo sentiremos recelo, miedo o reticencias a las aglomeraciones, a los besos y a los abrazos.

Nada nuevo, ya que se trata de un proceso que presenta similitudes con las fases de superación de un duelo (en este momento, por la pérdida de libertad), es decir: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

En cada fase nuestras capacidades mentales están disminuidas, pues su común denominador es la falta de libertad. Ahora bien, a esa pérdida psicológica de libertad, se nos añadirá la geolocalización que, políticamente, nos reprimirá y controlará, aún más.

La actual pandemia nos ha demostrado que no podemos confiar con los actuales políticos de España ni de muchos otros estados (con alguna excepción de países dirigidos por mujeres: Dinamarca, Nueva Zelanda, Alemania, etc.), por todo ello, debemos ser críticos para exigir el respeto bioético y negarnos a la geolocalización, al pasaporte inmunológico u otra fórmula que nos prive libertad.

Los científicos desearían un laboratorio aséptico, libre de toda influencia ajena, y todas las cobayas controladas; pero a nuestra personalidad no se le puede reducir el aspecto relacional, sin afectar al todo; por lo que es preciso superar el falso dilema de que la libertad individual debe supeditarse al bien común, ya que, en realidad, se trata de confrontar a nivel global la libertad y la seguridad comunes.

Amadeo Palliser Cifuentes
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