Ronny Correa-Quezada
Como complemento al artículo anterior (Diario La Hora, 8 de marzo), en este espacio de opinión el impacto regional de las explotaciones e inversiones mineras será abordado.
A lo interno de Ecuador han predominado las relaciones centro–periferia; los centros dominantes mediante inversiones en vías, comunicaciones y obras de infraestructura promueven dominación en economías regionales de menor crecimiento. Paralelo a ello, en estos territorios escasamente desarrollados, dotados de abundantes recursos naturales, se ponen en funcionamiento grandes proyectos petroleros y mineros, financiados y administrados por capitales privados provenientes del centro o del exterior, con el fin de generar, a bajo precio, exportaciones de materias primas, necesarias para soportar el proceso de industrialización en otras regiones del país, así como para resolver problemas de financiamiento del gobierno central.
A partir de 2008, el gobierno anterior determinó nuevas condiciones para las concesiones mineras, lo cual ha conllevado un conjunto de nuevas inversiones en proyectos de explotación de oro, plata y cobre. Estudios del Departamento de Economía de la UTPL, estimaron el impacto en las tres provincias que más inversiones de ese tipo han recibido en el período 2009-2016: En cuanto a producción el crecimiento en la economía en Zamora Chinchipe fue del 2%, en Azuay de 0,28% y en Morona-Santiago en un 2,5%. Mientras que el efecto en el empleo correspondió a un aumento del 2,3% en Zamora Chinchipe, en Azuay de 0,32% y en Morona Santiago de 2,9%.
Como se aprecia, estos impactos son poco significativos, éstos podrían incrementarse desde 2019 si junto con los proyectos mineros se consideren propuestas concretas de elevar el grado de integración de la minería con las cadenas productivas locales. (O)